martes, agosto 21, 2018

Señor Sánchez: dedíquese a los vivos.


Presidente Sánchez.

Iba a comenzar esta carta con el típico querido o estimado, pero he recapacitado un segundo y he creído necesario no comenzar faltando a la verdad, algo a lo que por cierto, está usted tan acostumbrado.

Leo en la prensa, que el gobierno de okupas que usted preside, tiene la genial idea de sufragar los cuantiosos gastos - todavía sin determinar - que supone no sólo la exhumación de los cuerpos en una fosa común en Valencia, víctimas de la guerra civil y de la represión franquista, sino también la de realizar un estudio de ADN para identificarlas. Y ese es el motivo que me impulsa a escribir esta reflexión.

No conozco - tal vez usted sí - ningún país de nuestra Europa que gaste tantos esfuerzos, a mi juicio estériles, en intentar hacer que la historia se ajuste a su ideología. No sé de ningún país de nuestro entorno, que pretenda, 80 años después, extraer cadáveres de unas tumbas, buscar los cuerpos de insignes poetas cruelmente asesinados no se sabe dónde, de remover restos de un dictador y cambiarlos de sitio, y en definitiva, de remover una historia que no por dolorosa, deja de ser antigua. Tampoco conozco a ningún país que pretenda reescribir su propia historia. 

¿Se imagina usted a Angela Merkel pretendiendo descubrir dónde están enterrados los restos de los alemanes que fueron masacrados por los nazis, por el simple hecho de no comulgar con sus ideas? ¿Se imagina a su amiga Merkel, intentando reponer en su honor al coronel von Stauffenberg, principal impulsor de un golpe de estado contra Hitler y que fue fusilado, junto a algunos de sus cómplices? ¿Se imagina usted a su amigo Macron, iniciando una cruzada en contra de aquellos franceses partidarios del gobierno de Vichy y colaboradores con los nazis, que fusilaron en las cunetas y en las paredes de los cementerios a los miembros de la Resistencia francesa? ¿Se imagina usted a su colega May, rebuscando en la shit de su Reino Unido, para descubrir que hubo asesinatos y crímenes injustos, gente inocente que murió por pura venganza, exactamente igual que en todas las guerras, incluida la guerra civil española?

Yo le exijo, presidente okupa de la Moncloa, que en vez de mirar al pasado, en vez de colocar a su Memoria Histórica en el centro de su supuesta actividad de presidente de un gobierno europeo del siglo xxi, se fije más en los vivos. En los de ahora mismo. Por ejemplo, en los ciudadanos de Cataluña.

Allí, en Cataluña, señor Sánchez, hay miles, si no millones, de personas que viven amenazadas por un régimen dictatorial, al que usted, por cierto, protege, ampara y alienta con su inacción de gobierno. Régimen con el cual, usted no tiene ningún reparo en mantener un diálogo bizantino que no conduce a ninguna parte. Antes al contrario, presume de ello y choca con su actitud de negarse a hablar con el PP - en el pasado -, a pesar de ser un partido demócrata y de haber obtenido la mayoría de los votos de los españoles, en dos ocasiones consecutivas, mientras usted, señor Sánchez, cosechaba para el PSOE los dos más espantosos de los ridículos de toda la democracia.

Allí, en Cataluña, señor Sánchez, la policía de la Comunidad Autónoma, está siendo utilizada por el gobierno nazi del señor Torra, para perseguir a aquellos que, en defensa de su libertad, se dedican a quitar los lazos amarillos, que no son otra cosa que un oprobioso símbolo de una minoría que considera a los golpistas catalanes, presos de conciencia. Y mientras usted, su Vicepresidenta y la Fiscal General del estado, hacen de Don Tancredo, hay ciudadanos honrados y bien vivos, que se están jugando su integridad física contra una caterva de catalibanes exaltados y embrutecidos por las soflamas de unos dirigentes políticos que deberían estar en la cárcel, no por defender sus ideas, sino por no acatar la Constitución.

Allí, presidente, en Cataluña, los inmigrantes ilegales que vienen invadiendo nuestro territorio desde hace años, - para después cometer atentados terroristas- , disfrutan de más derechos y más privilegios que los honrados comerciantes que pagan sus impuestos, de los cuales, por cierto, viven usted, sus colegas del Consejo de Ministros y sus amiguitos de la Generalidad.

Allí, en Cataluña, los inmigrantes ilegales que venden productos falsificados de todas las marcas del planeta, a la vista de todo el que lo quiera ver, se han constituido en un sindicato: el sindicato de manteros, lo cual ya de por sí, resulta totalmente kafkiano y una afrenta al resto de empresarios del comercio.

Allí, en Cataluña, señor Sánchez, hay pequeños comerciantes que no pueden emprender el camino que ya han seguido más de 3.000 empresas con sede en Cataluña y se han marchado de allí, ante el cariz que están tomando los acontecimientos desde hace tiempo. No se pueden ir, pero además, se sienten abandonados por un gobierno, el suyo, el de los okupas, que no ha sido ganado en el libre ejercicio de unas elecciones democráticas, sino bajo las triquiñuelas de un ambicioso advenedizo y sin escrúpulos: usted. Esos catalanes, los pequeños comerciantes, los empleados de las empresas, se las tienen que ver a diario con sus vecinos separatistas, ex amigos y demás, sin ayuda del gobierno de todos los españoles, el suyo, que se muestra mucho más inclinado a mirar hacia atrás y para otro lado, antes que afrontar seriamente el estado de la cuestión en Cataluña. 

Déjese usted, señor Sánchez de mandangas. Déjese de gestos para la historia. La historia, esa a la que tanto interés parece que usted presta, le recordará como el político español que accedió al poder utilizando métodos muy similares a los que utilizó el propio Hitler. Recordemos que cuando Hitler fue nombrado Canciller, lo fue por el nombramiento directo del Káiser y no por ser elegido en ningunas elecciones generales.

Dedíquese a defender a esos catalanes que siendo catalanes, quieren que sus hijos disfruten de la enorme ventaja de ser educados en dos idiomas, el español y el catalán, entre otras cosas porque el catalán, tiene el mismo futuro en el mundo que el serbo-croata.

En vez de desenterrar muertos a los que ya nadie reconoce y de malgastar el dinero en mover restos de cadáveres de un lugar a otro, preocúpese de los vivos, señor Sánchez. Y de entre los vivos, especialmente de los catalanes, a los que da la impresión de que usted, con su actitud contemplativa y condescendiente para con el gobierno nazi de Torra, parece haber abandonado a su suerte. 

¿O es que es esa su estrategia para ir consiguiendo con la política del supositorio (poco a poco) el famoso concepto de “nación de naciones”? Da la impresión de que sus objetivos personales e ideológicos de partido, pasan por destruir la convivencia entre los ciudadanos. Parece que esa es su estrategia para conseguir finalmente, ese estado de “nación de naciones”. Consiguiendo que los españoles se acaben odiando entre sí y unos con otros, se podría obtener que esos mismos ciudadanos, hastiados de tanto problema generado por los políticos, decidieran que es mejor vivir aislados, separados y sin saber de los demás. ¿No le recuerda a usted algo, señor Sánchez? ¿No es eso precisamente lo que intentaba su partido socialista en los años inmediatamente anteriores a la guerra civil española? Repase los discursos de sus padres ideológicos en el Congreso, Indalecio Prieto o Largo Caballero, entre otros.

La historia de España no debería ocupar la mayor parte del tiempo de un político elegido para gobernar el futuro del país. Claro que, a fuer de ser sinceros, usted no ha sido elegido por nadie, excepto por una masa de filibusteros disfrazados de diputados, que venden sus votos al mejor postor, como así lo han demostrado en multitud de ocasiones.

Deje la historia de España en paz, de una santa vez, señor Sánchez. Asuma su parte alícuota de responsabilidad que tuvo su partido socialista en la creación de una atmósfera prebélica y en el posterior comportamiento durante la guerra civil española. Asuma la responsabilidad que tienen todos sus correligionarios, de las tropelías y asesinatos que cometieron. Asuman, de una puta vez, que ni usted ni ninguno de sus colegas socialistas, son superiores a nadie, ni moral ni éticamente hablando. Una vez que asuman que su complejo de superioridad es falso, mejor nos irá a todos los españoles. Incluyendo a los catalanes.

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