martes, abril 07, 2020

Ahora sí; antes, no


Ahora, que las críticas arrecian sin contemplaciones contra un gobierno desnortado, que cada día hace declaraciones y toma medidas de las que se arrepiente al día siguiente, ahora, digo, algunos que se sienten ofendidos y heridos, ahora, es cuando apelan a la unidad, a la lealtad y a una serie de valores y principios que, ellos mismos, no han puesto en práctica nunca. 

A los que ahora reclaman lealtad para con el gobierno, simplemente porque ese gobierno es un pacto entre comunistas y socialistas, hay que recordarles la lealtad que demostraron con el gobierno de entonces tras los atentados del 11-M en Madrid. Entonces, no se acordaron de la lealtad ni de la unidad necesaria de todos los españoles. Entonces no fue necesario. Es más, montaron manifestaciones masivas durante la jornada de reflexión.

Como tampoco lo fue cuando un temporal marítimo de los que dejan muertos, partió un petrolero - con casco simple, ya por entonces desaconsejado- por la mitad en aguas del Atlántico, llenando de petróleo las costas de Galicia y el Cantábrico. Los “Nunca Mais” señalaron con el dedo al creador de la tormenta, al único culpable de tamaño desastre. Desastre que los afectados comenzaron a percibir con dinero en metálico, inmediatamente, para paliar algo, los daños en las costas y la industria marisquera. La mayoría de las cadenas de TV, enemigas del gobierno de entonces, abrían cada día sus TD con imágenes recurrentes de voluntarios recogiendo chapapote, pringados hasta las cejas de esa masa viscosa, al tiempo que se aprovechaba para emitir imágenes de aves, afectadas por la marea negra. Pero entonces, no era necesario apelar a la unidad, a ayudar a los damnificados ni tampoco era necesario ser leales con el gobierno. Con “ese” gobierno.

Ahora piden lealtad y unidad, los mismos que no hace tanto tiempo se negaron a coger el teléfono al presidente del gobierno en funciones de entonces, hasta en 27 ocasiones, con el único y mejor argumento de “NO, ES NO”. 

Ahora exigen lealtad y unidad, los que hace nada, criticaban al gobierno de entonces por impedir, de acuerdo a su obligación de defender sus fronteras, la entrada ilegal de emigrantes a través de la valla de Ceuta o Melilla.

Ahora, cuando algunos, haciendo uso de sus neuronas y del sentido común, sugieren la necesidad de cerrar el espacio aéreo de Barajas o cuanto menos, controlar la procedencia de los aviones y aumentar el control, ahora, esos que piden lealtad y unidad, les critican y hasta les insultan llamándoles xenófobos y fascistas. 

Ahora, después de que la OMS alertara a todos los gobiernos europeos sobre la pandemia que se avecinaba y que debían hacer acopio de material, ahora, reclaman unidad y lealtad, después de que haya quedado más que demostrado que se negaron, y por escrito, a cumplir las sugerencias de la OMS, aduciendo que había suficiente material disponible. La consecuencia: 14.000 profesionales infectados (y, por tanto, fuera de servicio) por la escasez o inexistencia de los equipos de protección individual (EPI). Y cuando los profesionales gritan y protestan, entonces los mismos de siempre, se acuerdan de la lealtad, de la unidad y echando balones fuera, al final, utilizando el mantra al más puro estilo Goebels, terminan culpando de dicha escasez a los recortes en Sanidad, lo cual es sencillamente falso. 

Ahora, que la población conoce, - y se queja amargamente por ello-, que el gobierno ha hecho el más absoluto ridículo en la tardía, discutible y en ocasiones, inútil compra de análisis rápidos para diagnosticar el coronavirus, ahora, es cuando imitan a aquel jugador del Sevilla, Biri-Biri, que, dirigiéndose a Goyo Benito, recientemente fallecido, le rogaba: “Por favor, señor Benito. No me pegue más”. 

Ahora, que ya hemos pasado el umbral de los 13.000 fallecidos, 135.000 infectados y más de 19.000 profesionales afectados por el virus, hace tiempo que la paciencia de la gente se mantiene contenida, al igual que las personas en su casa. Y es ahora, cuando algunos solicitan, incluso exigen y reclaman, una lealtad, que ellos mismos no proporcionaron en su momento y una unidad de la que sólo se acuerdan cuando truena, como con Santa Bárbara. Y ahora, las redes sociales e incluso algún juzgado que otro, están tronando, avisando de la tormenta que se está preparando y que habrá que estar atentos a ver cómo se desarrolla cuando termine el confinamiento obligatorio.

Ahora, exigen lealtad y unidad para con un gobierno, salido de una moción de censura y tras unas elecciones (2), que, en el discurso de la moción de censura, prometió convocar elecciones a la mayor brevedad posible, pero en cuanto se sentó sus posaderas en la Moncloa, se desdijo de lo dicho y comenzó a propagar la idea de que pensaba agotar la legislatura. Como también había prometido en declaraciones públicas, hasta la saciedad, que nunca pactaría con quienes finalmente ha pactado. Ahora se acuerdan de la lealtad y de la unidad, quienes han demostrado el desprecio más absoluto por todos aquellos que no piensen como ellos.

Algunos reclaman lealtad y unidad, sin darse cuenta que ambas, forman parte de un camino de doble dirección: la lealtad y la unidad, se deben dar de todos hacia todos. Todos deben ser leales con todos y entonces, es cuando surge, naturalmente, la unidad.

Lo otro es un vulgar ejercicio de soberbia y prepotencia: “Este es mi carro. Si quieres, te subes” O bien, una exigencia de pleitesía.

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