La carrera de un
político, - aunque diferente en muchos aspectos a las de los demás seres
terrenales-, en el fondo se rige por las mismas cuestiones que el resto de los ciudadanos:
Y después, ¿qué?
La pregunta tiene
diferentes respuestas en función de cuál haya sido el papel desempeñado por el
individuo. Si ha sido ministro del gobierno, podría seguir desempeñando el
mismo papel, pero en diferentes ministerios. Fraga, pasó de líder de la
oposición a presidente de la Xunta – por cierto, tal y como le sugirió Jorge
Vestrynge, el suegro del “coletas”-. Si ha sido ministro de Hacienda, podría
reubicarse en alguna sociedad privada, bien nacional o internacional, un bufete
especializado, el FMI, la Unión Europea, etc. Etc. Etc.
El problema principal
surge cuando el sujeto ha sido presidente del gobierno. En este caso, forman
parte de la ecuación otros parámetros, como, por ejemplo, el tiempo que ha
permanecido en el puesto, el grado de popularidad entre los ciudadanos, su
decisión personal de dar por finalizada su vida pública y, o bien, retirarse
definitivamente, o bien, dedicarse a dar conferencias, etc. Es conocido el caso
de la mayor parte de los ex presidentes de EEUU, por ejemplo, que suelen viajar
alrededor del mundo, dando conferencias, a cambio de unos nada despreciables
emolumentos, ejemplo que han seguido algunos expresidentes españoles, sin ir
más lejos.
Un caso muy especial es
el del conocido Winston Churchill, quien una vez terminada la II Guerra
Mundial, se presentó a unas elecciones y no fue elegido. En efecto. Después de
ser derrotado en las elecciones generales de 1945
frente a los laboristas de Clement
Attlee, Churchill lideró la oposición. En 1951 consiguió volver a
ser primer ministro, hasta su retiro en 1955.
Queda claro, pues, que el
devenir de algunos personajes de la vida política, depende de diversos
factores, y uno no menos importante, es la imagen que se guarde en la memoria
colectiva del propio individuo. Así, por ejemplo, en el ya mencionado caso de
Churchill, los británicos entendieron que era la persona idónea para luchar
contra los nazis, pero una vez acabada la guerra, decidieron que era otro en el
que debían confiar en tiempos de paz.
En el caso de España, Adolfo
Suárez, una vez dimitió del cargo de presidente del gobierno, persistió en la
creación de un nuevo partido político semejante a UCD, mientras Felipe
González, se limitó a esperar a que le llovieran las propuestas y Mariano Rajoy
– por poner sólo algunos ejemplos recientes – regresó a su trabajo como
Registrador de la Propiedad.
Ocupémonos ahora del
ínclito Pedro Sánchez.
De acuerdo al diagnóstico
que ha realizado recientemente Abigail Rodríguez, psicopedagoga y experta en la
rama de ‘carácter humano’, el mencionado individuo “tiene un trastorno de
la personalidad narcisista y una personalidad psicopática”, dicho lo
cual, parece difícilmente comprensible que un personaje así, pueda admitir ser
simplemente el líder de la oposición, cuya única aspiración consiste en llegar
a ser presidente, algo que, en su caso, ya ha conseguido, incluso sin haberse
presentado a elecciones generales, lo cual, tiene mérito.
Por otro lado, las
características mencionadas, no parecen las más adecuadas para que las
universidades del mundo entero, acudan a su puerta para rogarle que les
concedan el privilegio de poder contar con sus inapreciables consejos, en unas
conferencias abonadas acorde a la costumbre en estos casos.
Igualmente, su hipotético
futuro destino como diputado europeo, aparte de que se consideraría un
retroceso en su carrera -y no acorde con sus aspiraciones de brillar más que el
sol allá donde estuviere-, se vería seriamente entorpecido por la imagen que,
desde hace tiempo, ha venido proyectando en el continente y de la que los
miembros de la UE no son ajenos.
Por todo ello y teniendo
muy en cuenta el diagnóstico de la doctora:
“es un
buscador de estatus, poder y prestigio y es un tipo increíblemente camaleónico
o multifacético simultáneo. Se identifica con todos los roles que desempeña. Y
sus roles están destinados y dirigidos a tener éxito. Lo que busca es que su
imagen es prestigiosa y busca poder y estatus. Busca codearse con gente con ese
estatus y prestigio y de alguna manera el resto del mundo no cuenta para él” y
partiendo del hecho de que en algún momento – espero y deseo que más pronto que
tarde – deje de ser presidente del gobierno, habrá que deducir lo siguiente:
Ø Descartada
la opción de permanecer como jefe de la oposición.
Ø Descartada
la opción de dedicación a dar conferencias porque a nadie del mundo occidental
y capitalista le interesan las opiniones de un marxista enmascarado como
socialdemócrata.
Ø Descartada
la opción de jubilarse en Europa, donde además de un retroceso en su carrera me
inclino a pensar que no sería muy bien recibido.
Ø Descartada
la opción de reubicarse dentro del FMI, por las mismas razones antes expuestas
en cuanto a sus escasos conocimientos reales sobre economía, además de saber
todo el planeta que su máster es más falso que Judas.
Asumiendo todo lo
anterior, lo cierto es que el panorama del Dr. Fraude, resulta altamente
desalentador y en ocasiones, preocupante.
No es previsible que una
empresa privada, - salvo que busque el suicidio colectivo y pretenda dañar su
propia imagen sin posibilidad de restauración nunca jamás-, le brinde la
oportunidad de dirigir su destino. Tan sólo cabe la remota alternativa de
buscarle un despacho en alguna entidad de carácter público, como el Banco de
España, algo que, a tenor de sus desmesuradas aspiraciones, parece poco
atractivo para él.
Alguna eléctrica o
cualquiera de esos destinos típicos, que son auténtios cementerios de
elefantes, sufragados, eso sí, por los sufridos contribuyentes, podría ser otra
alternativa, pero seguro que se le antoja muy pobre en cuestión de imagen.
El Consejo de Estado,
podría ser un destino acorde a sus sobrevaloradas cualidades, pero parece poco
probable que alguien, que no ha dudado en lanzar toda clase de diatribas contra
la Constitución, al tiempo que ha enarbolado la bandera de su permanente
modificación y de hecho, no la ha defendido con el interés y el empeño que
debiera, pueda ser elegido miembro de un grupo, cuyo primordial cometido
consiste precisamente en defenderla y mantener la independencia del propio
Consejo.
Personalmente, no le veo
en la universidad dando clase y desde luego, es totalmente descartable pues eso
sería un buen destino para su colega el bolivariano, pero no para una estrella
mediática como él.
Así es que, yo creo que,
si entre todos le vamos buscando acomodo, mejor para todos. Y si el nuevo
empleo lo pudiera hacer en modo de tele trabajo desde la isla de Elba, miel
sobre hojuelas.
Entre la pensión de
expresidente y los libros que le escriban otros negros, es posible que pueda ir
tirando.