Hará cosa de un par de veranos, los de Movistar emitieron un concierto de Hans Zimmer. Para el que no sepa quién es este señor, es el responsable de las bandas sonoras de películas como Gladiator, El Código da Vinci, Ángeles y Demonios, Piratas del Caribe, Paseando a Miss Daisy, The Joker, y unas cuantas más.
El concierto era una actuación en
vivo, en Praga, y junto con su extensa banda de músicos, actuaba un coro de la
República Checa, realmente fantástico. Más de dos horas de auténtico
espectáculo. Me gustó tanto que me dejó embrujado y lo volví a ver tiempo
después.
Un día descubrí que ya no estaba
disponible en el menú de la tele, pero buscando y rebuscando, lo volví a
encontrar en Movistar, pero en esta ocasión en internet. Lo tenía que ver en el
ordenador, pero con los cascos puestos casi era mejor. Vi el concierto varias
veces. Hasta que un día, también desapareció de Movistar en Internet. Me quedé
como un niño al que le roban los caramelos.
A partir de ese momento, comencé
una búsqueda, casi desesperada, del concierto. Encontré muchas chapuzas de
gente que lo grababa con el móvil desde su posición entre el público. Pero,
evidentemente, aquello era infumable. Una perspectiva fija y un movimiento
perpetuo de la imagen, hacían de eso algo de lo que huir. Y continué la
búsqueda.
Ante lo infructuoso de mis
esfuerzos, decidí atacar directamente el problema. Decidí que intentaría
contactar con la productora que grabó el concierto y ver si el DVD estaba
disponible. Finalmente, después de no poco tiempo de navegación por la red,
conseguí dar con la empresa que, oficialmente, distribuía tanto los CD’s, como el
DVD, con calidad profesional, precio asequible y envío a domicilio. Era una
empresa alemana y su web está en perfecto alemán. De entrada, infundía
confianza.
Me llevé una alegría. Después de
tanto peregrinar por Google, Youtube y demás, estaba a punto de comprar el DVD
del concierto. Sería un auto regalo de Papá Noel.
En la web de la empresa
anunciaban que el DVD estaba disponible con subtítulos en varios idiomas, entre
ellos el español. Algo que, evidentemente, todos esos “chapuzas” que grababan
con su móvil no podían hacer.
Me cercioré de que la referencia
del producto con subtítulos en español era la correcta y antes de comprarlo,
preferí confirmarlo, enviando un email que figuraba en la web. En cuanto recibí
la respuesta confirmando que efectivamente, tenían disponible el DVD con
subtítulos en español, procedí a comprarlo. Guardé el correo de respuesta.
El DVD llegó. Muy tarde para lo
que se estila en estos días, pero llegó. Es el único “pero” que les podría
poner: que deberían anunciar en su web que el tiempo de entrega es largo.
Enseguida comprobé el estado del
DVD y así, pude disfrutar, una vez más, del concierto, tal y como lo había
visto por primera vez cuando lo emitieron y en la tele. Tan sólo me percaté de
un pequeño detalle: no había subtítulos. Ni en español, ni en catalán, ni en
serbo-croata.
Entonces, se me ocurrió
escribirles de nuevo, para indicarles que lo que había recibido no era
exactamente lo que había pedido. Que no había subtítulos en español. Mi idea
era que, probablemente, el que había hecho el DVD se le había ido la pinza y se
trataba sólo de hacer otra copia, pero en esta ocasión, incluyendo los
subtítulos. Pero no me di cuenta de que hablaba con alemanes.
Mientras yo esperaba una disculpa
y un nuevo DVD, esta vez con los subtítulos, recibo un correo en el que se
disculpan por el error. Y antes de que se me ocurriera añadir nada a la
conversación, en el mismo email me anuncian que van a proceder a devolverme el
importe íntegro del DVD más los costes de envío, a mi cuenta origen.
Yo estaba dispuesto a pagar 1 vez
por un DVD, pero con subtítulos. Sin embargo, ellos, según me contaron en el
correo, lo de los subtítulos en español no estaba disponible y lo iban a eliminar
de la web. Se disculpaban y me prometían la devolución íntegra del valor
pagado.
El dinero me llegó a mi banco en
48 horas.
Me pregunto qué habría pasado si en vez de ser
alemanes hubieran sido aborígenes españoles.