domingo, junio 02, 2013

Túnez y sus cambios

Hace ya algunos años que me llegaron noticias de que en Túnez, las cosas ya no eran como antes y según las noticias que aparecen hoy en la prensa, me temo que los malos augurios se confirman.

El Túnez que yo conocí en el año 2000, era un país tranquilo, con una larga historia y de gentes amables, serviciales y educadas. Recuerdo que en una de las excursiones que hicimos con el grupo, llegamos a Matmata, un pueblecito famoso por sus cuevas, donde vive realmente la gente y por ser una de las localizaciones de una película de la serie La Guerra de las Galaxias. Llegamos a una hora indeterminada, pero cuando bajamos a visitar las cuevas, había gente que estaba sentada en su casa, almorzando. Al descorrer la cortina, como único elemento que separaba la intimidad del patio común, me topé con la escena y me disculpé. Sin embargo, la familia que allí reponía habitaba, imagino que estaba más acostumbrada que yo a ese tipo de intromisiones y nos invitaba insistentemente a pasar dentro. Por supuesto, no entré pero el ejemplo, da una idea de lo desprendidos que son, o tal vez, que eran.

Aunque la primera sorpresa, me la llevé en el propio avión que nos llevaba a la capital. La mayoría de los pasajeros eran árabes, pero también había bastantes turistas. Pocas filas delante de donde yo me sentaba, había un nutrido grupo de viajeros, todos ellos árabes. Nada más despegar de Barajas, se obsequiaron con una botella de whisky y una de dos litros de limón y el regalo les duró casi todo el viaje, hasta justo unos minutos antes de aterrizar. Me llamó la atención porque siempre he pensado que en el Islam, el alcohol era un tema tabú. Un día, le comenté a nuestro guía, Beshir, si el Corán prohíbe o no el uso del alcohol y su respuesta fue tajante. El Corán no lo prohíbe, tan sólo lo desaconseja, lo cual, no sólo es muy distinto, sino que explica el comportamiento de los pasajeros.

En las playas, sólo adivinabas quién era árabe y quién europeo, cuando hablaban. Por los bikinis y los bañadores, no se podía distinguir. Las chicas en la capital, vestían como mujeres europeas normales de cualquier ciudad. Eran abiertas, simpáticas y coquetas. De hecho, me llamó la atención que sólo vi a una chica joven con un shador negro hasta los pies y a la que sólo le adivinaban los ojos. Y deduzco que era joven, porque la acompañaba un chico muy joven. Pero vi bastantes más minifaldas y chicas modernas que lo contrario. 

En la escuela, a los niños se les enseña tres idiomas. Primero el árabe, un poco más adelante, cuando son un poco más mayores, el francés y antes de terminar la escuela, el inglés. Excepto en los pueblos y con las personas mayores, tú podías entenderte con cualquiera sin problemas manejando esos idiomas, lo cual, unido a la especial habilidad que tienen para aprenderse las alineaciones del barça y del madrid y chapurrear el español, se garantizan que les entiendas.

Desde hace un par de años, las cosas han cambiado mucho, a tenor de las noticias que nos llegan. La primavera árabe, que tantas y tan  buenas expectativas levantó en su día como presagio de apertura y libertad, parece que está dirigiendo a esos países en dirección contraria, en el típico movimiento pendular que con cierta regularidad, azota de vez en cuando a algunas regiones de la Tierra. Al derrocamiento del régimen anterior y de su Presidente, la huida de su familia, el enjuiciamiento de alguno de sus políticos, hay que añadir noticias como las que hoy aparecen en la prensa. Una directora de cine tunecina, ha sido amenazada de muerte por los radicales islámicos y habla de Túnez, como de una dictadura religiosa. 

Mala cosa para los lugareños y peor aún para la gran cantidad de cadenas hoteleras españolas que inundan las ciudades y los pueblos de Túnez, aportando calidad y experiencia a un sector, que es una de las principales industrias de Túnez.

Y todo eso, en un país que se caracterizaba precisamente, por su libertad y aperturismo. Túnez, entonces, no era ni remotamente parecido a ninguno de sus dos grandes vecinos, Argelia a un lado y Libia al otro. Hoy, ya no estoy tan seguro. Lo siento de verdad. Guardo buenos recuerdos de aquel viaje y con ellos me quedo.


                                                                                                              
                                                                                                                                                                                            

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