Tal vez alguno no se
acuerde de que el slogan publicitario se hizo famoso, incluso en España, en una
época en la que se pretendía hacer publicidad del país como destino turístico.
¡Cómo han cambiado los tiempos! El año pasado, hemos batido récords de
visitantes (casi de 70 millones de turistas). Pero España, sigue siendo
diferente.
Primera fase: entusiasmo desmedido.
Hace un año o así, todo el mundo quería terminar con el
bipartidismo. La dupla PP-PSOE, era el origen, la causa y la raíz de todos los
males. La corrupción tenía su origen en esas siglas y se necesitaba con
carácter urgente, “una nueva política”, “un viento fresco” que limpiara el que
envenenaba nuestra existencia.
Como fieles demócratas, acudimos a las urnas el 20-D y muchos
se felicitaron porque se había conseguido el objetivo: ya no había
bipartidismo. ¡Eureka! Ya el PP y el PSOE, habían sido desbancados de sus
poltronas, desprovistos de sus privilegios, arrojados a la arena del circo. ¡Todos
los problemas, se habían resuelto!
Muchos pensaron que con su voto de castigo a “los políticos
de siempre”, ya estaba todo hecho. Que bastaban tres tuits más o menos ingeniosos,
cinco apariciones en TV y una astuta campaña en redes sociales y el éxito
estaba tan garantizado, como el que tuvo Obama, “haciendo lo mismo”. Y de
entrada, esos se llevaron un chasco. Y gordo. Se pensaron que esto de llegar a
la política y vencer, era coser y cantar. Que “los viejos”, se habían quedado
anquilosados en sus anticuados conceptos y que ellos y sus votantes, con la
inestimable ayuda de los SEO (no de los GEO, que eso es otra cosa), les iban a
barrer. Pues no.
Segunda fase: desencanto.
Después de las elecciones del 20-D, algunos de los que
optaron por esos “nuevos políticos”, y “ese aire renovado”, comenzaron a
percatarse de que sólo eran los mismos perros con collares parecidos. Que las
que llevaban a su bebé a mamar al Congreso, no era porque no tuvieran con quién
dejar al niño, es que querían salir en la foto, como los memos del culo que
cada vez que ven una cámara en la calle, se ponen a hacer tonterías detrás del
reportero, para que les vean en casa. Que las rastas, están muy bien para
llamar la atención en según qué ambientes, pero que uno, cuando va al Congreso es para
currar y aportar algo más que originalidad. Descubrieron que aquellos que se
quejaban de las becas y de la educación, resulta que habían hecho todos sus
estudios e investigaciones con esas mismas becas, y que incluso alguno, había cobrado
de la universidad, sin haber aparecido por ella. ¡Mucho dar lecciones a los
corruptos, pero si yo me lo llevo crudito, mejor! Empezaron a verle las orejas
al lobo cuando esos mismos “nuevos políticos”, ensalzaban la figura de terroristas,
o la de fascistas como Maduro. En
definitiva, empezaron a darse cuenta de que les habían hecho el timo del
tocomocho, el de la estampita y el del panoli, todos en uno.
Tercera fase: encuentros imposibles.
Después, pocos, muy pocos, se empezaron a dar cuenta del
problema que se nos venía encima a los españoles (a todos) con la dispersión
ideológica en el Congreso. Porque vamos a ver: una cosa es que haya diversidad
de criterios, que suele ser positivo, y otra que esos criterios sean
antagónicos e irreconciliables.
¿Me quiere alguien explicar por qué tenemos que aguantar los
españoles que cada cierto tiempo haya algún soplapollas que injuria a la
bandera? Pero si esto es sencillo: si no te gusta el país ni su bandera, pues
vete. Vete a Venezuela, por ejemplo, a ver si te dejan hacer allí con su
bandera lo que haces aquí con la nuestra.
Y claro, la pregunta es: y con esta gentuza, ¿quién en su
sano juicio, puede llegar a ningún acuerdo de nada? Con gente que prefieren
homenajear a un amigo de asesinos y etarra, como Otegui, antes que a cualquier
otro ciudadano normal. Gente que está del lado de fascistas como Maduro y de
aquellos que pretenden escindirse de España.
Cuarta fase: la frustración.
De aquellas lluvias, vinieron estos lodos. De la división
irreconciliable entre las dos mitades del Congreso, - partidos respetuosos con
la Constitución con los que no lo son - se desprende que esto no es tanto un
problema de España, sino de egos. Porque hay más puntos en común entre PP, PSOE
y C’s, que puntos en contra.
Y entonces es cuando algunos ciudadanos, antes llamados
españoles, se sienten estafados y ofendidos y reclaman cosas tan absurdas como
retirar el salario a los diputados, simplemente porque no se han puesto de acuerdo
entre ellos y no han sido capaces de que se forme un gobierno, del signo que
sea.
Y mi pregunta es: ¿acaso la diversidad de partidos en el
Congreso no es el fiel reflejo del sentir de la población? ¿Acaso la mayoría de
los votantes de los distintos partidos, no ha votados 2 veces a la misma fuerza
política? ¿No habría que reclamar a esos mismos ciudadanos la misma clarividencia
y generosidad, la misma capacidad de diálogo, que ellos exigen a sus votados?
Pues no. Resulta que algunos españoles pretenden satisfacer
sus más íntimos deseos de votar a quien les plazca - a ser posible una sola vez-
y con ello, mantener su conciencia de
demócrata tranquila, para después exigir de sus votados, la responsabilidad de
tener que entenderse con fuerzas yuxtapuestas. Pues si no quieres mojarte, no
mees para arriba. Resulta absurdo plantear que los votantes eligen a unos
señores de ideologías dispares, para que luego se les exija que se pongan de
acuerdo entre ellos.
Pero lo mejor es que ahora, esos mismos españoles que se
sienten estafados, frustrados y casi indefensos, ahora van y plantean que no
van a ir a votar por tercera vez, porque ellos “ya han cumplido con su misión”.
Como si la responsabilidad del ciudadano, tuviera fecha de caducidad como un
yogurt o algún tipo de limitación de esfuerzo.
Pues es triste, lamentable y muy perjudicial, la situación
que tenemos en España, pero que a nadie se le olvide, que fundamentalmente, la
responsabilidad de todo esto, es de nosotros, de los 36 millones de personas
que tenemos derecho a voto. Que lo que pasa en el Congreso, la diversidad de
partidos y de ideologías, tiene su razón de ser en nuestro voto. Que si
queremos que haya acuerdos y consensos, debemos empezar por asumir cada uno de
nosotros nuestra propia responsabilidad. Que no se puede pretender exigir a un
partido que llegue a ningún acuerdo con otro que defiende a terroristas o
asesinos. Y que si tenemos que votar 626 veces, deberíamos ir a votar 626
veces.
Spain is different. Sí, pero different de verdad!
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