miércoles, septiembre 07, 2016

Spain is different – Cronología de una decepción.



Tal vez  alguno no se acuerde de que el slogan publicitario se hizo famoso, incluso en España, en una época en la que se pretendía hacer publicidad del país como destino turístico. ¡Cómo han cambiado los tiempos! El año pasado, hemos batido récords de visitantes (casi de 70 millones de turistas). Pero España, sigue siendo diferente.

Primera fase: entusiasmo desmedido.

Hace un año o así, todo el mundo quería terminar con el bipartidismo. La dupla PP-PSOE, era el origen, la causa y la raíz de todos los males. La corrupción tenía su origen en esas siglas y se necesitaba con carácter urgente, “una nueva política”, “un viento fresco” que limpiara el que envenenaba nuestra existencia.

Como fieles demócratas, acudimos a las urnas el 20-D y muchos se felicitaron porque se había conseguido el objetivo: ya no había bipartidismo. ¡Eureka! Ya el PP y el PSOE, habían sido desbancados de sus poltronas, desprovistos de sus privilegios, arrojados a la arena del circo. ¡Todos los problemas, se habían resuelto! 

Muchos pensaron que con su voto de castigo a “los políticos de siempre”, ya estaba todo hecho. Que bastaban tres tuits más o menos ingeniosos, cinco apariciones en TV y una astuta campaña en redes sociales y el éxito estaba tan garantizado, como el que tuvo Obama, “haciendo lo mismo”. Y de entrada, esos se llevaron un chasco. Y gordo. Se pensaron que esto de llegar a la política y vencer, era coser y cantar. Que “los viejos”, se habían quedado anquilosados en sus anticuados conceptos y que ellos y sus votantes, con la inestimable ayuda de los SEO (no de los GEO, que eso es otra cosa), les iban a barrer. Pues no.

Segunda fase: desencanto.

Después de las elecciones del 20-D, algunos de los que optaron por esos “nuevos políticos”, y “ese aire renovado”, comenzaron a percatarse de que sólo eran los mismos perros con collares parecidos. Que las que llevaban a su bebé a mamar al Congreso, no era porque no tuvieran con quién dejar al niño, es que querían salir en la foto, como los memos del culo que cada vez que ven una cámara en la calle, se ponen a hacer tonterías detrás del reportero, para que les vean en casa. Que las rastas, están muy bien para llamar la atención en según qué ambientes,  pero que uno, cuando va al Congreso es para currar y aportar algo más que originalidad. Descubrieron que aquellos que se quejaban de las becas y de la educación, resulta que habían hecho todos sus estudios e investigaciones con esas mismas becas, y que incluso alguno, había cobrado de la universidad, sin haber aparecido por ella. ¡Mucho dar lecciones a los corruptos, pero si yo me lo llevo crudito, mejor! Empezaron a verle las orejas al lobo cuando esos mismos “nuevos políticos”, ensalzaban la figura de terroristas, o la de fascistas como Maduro.  En definitiva, empezaron a darse cuenta de que les habían hecho el timo del tocomocho, el de la estampita y el del panoli, todos en uno.

Tercera fase: encuentros imposibles.

Después, pocos, muy pocos, se empezaron a dar cuenta del problema que se nos venía encima a los españoles (a todos) con la dispersión ideológica en el Congreso. Porque vamos a ver: una cosa es que haya diversidad de criterios, que suele ser positivo, y otra que esos criterios sean antagónicos e irreconciliables.

¿Me quiere alguien explicar por qué tenemos que aguantar los españoles que cada cierto tiempo haya algún soplapollas que injuria a la bandera? Pero si esto es sencillo: si no te gusta el país ni su bandera, pues vete. Vete a Venezuela, por ejemplo, a ver si te dejan hacer allí con su bandera lo que haces aquí con la nuestra. 

Y claro, la pregunta es: y con esta gentuza, ¿quién en su sano juicio, puede llegar a ningún acuerdo de nada? Con gente que prefieren homenajear a un amigo de asesinos y etarra, como Otegui, antes que a cualquier otro ciudadano normal. Gente que está del lado de fascistas como Maduro y de aquellos que pretenden escindirse de España.

Cuarta fase: la frustración.

De aquellas lluvias, vinieron estos lodos. De la división irreconciliable entre las dos mitades del Congreso, - partidos respetuosos con la Constitución con los que no lo son - se desprende que esto no es tanto un problema de España, sino de egos. Porque hay más puntos en común entre PP, PSOE y C’s, que puntos en contra.
Y entonces es cuando algunos ciudadanos, antes llamados españoles, se sienten estafados y ofendidos y reclaman cosas tan absurdas como retirar el salario a los diputados, simplemente porque no se han puesto de acuerdo entre ellos y no han sido capaces de que se forme un gobierno, del signo que sea. 

Y mi pregunta es: ¿acaso la diversidad de partidos en el Congreso no es el fiel reflejo del sentir de la población? ¿Acaso la mayoría de los votantes de los distintos partidos, no ha votados 2 veces a la misma fuerza política? ¿No habría que reclamar a esos mismos ciudadanos la misma clarividencia y generosidad, la misma capacidad de diálogo, que ellos exigen a sus votados? 

Pues no. Resulta que algunos españoles pretenden satisfacer sus más íntimos deseos de votar a quien les plazca - a ser posible una sola vez-  y con ello, mantener su conciencia de demócrata tranquila, para después exigir de sus votados, la responsabilidad de tener que entenderse con fuerzas yuxtapuestas. Pues si no quieres mojarte, no mees para arriba. Resulta absurdo plantear que los votantes eligen a unos señores de ideologías dispares, para que luego se les exija que se pongan de acuerdo entre ellos.

Pero lo mejor es que ahora, esos mismos españoles que se sienten estafados, frustrados y casi indefensos, ahora van y plantean que no van a ir a votar por tercera vez, porque ellos “ya han cumplido con su misión”. Como si la responsabilidad del ciudadano, tuviera fecha de caducidad como un yogurt o algún tipo de limitación de esfuerzo.

Pues es triste, lamentable y muy perjudicial, la situación que tenemos en España, pero que a nadie se le olvide, que fundamentalmente, la responsabilidad de todo esto, es de nosotros, de los 36 millones de personas que tenemos derecho a voto. Que lo que pasa en el Congreso, la diversidad de partidos y de ideologías, tiene su razón de ser en nuestro voto. Que si queremos que haya acuerdos y consensos, debemos empezar por asumir cada uno de nosotros nuestra propia responsabilidad. Que no se puede pretender exigir a un partido que llegue a ningún acuerdo con otro que defiende a terroristas o asesinos. Y que si tenemos que votar 626 veces, deberíamos ir a votar 626 veces.

Spain is different. Sí, pero different de verdad!

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