El clan de los Montoya lo formaban una
treintena de miembros, entre hijos, esposas y demás parentela, todos ellos
encabezados por el patriarca, Don Antonio, padre de 14 hijos varones y siete
hembras, de lo cual y sintiéndose profundamente satisfecho de su virilidad y
sentido del humor decía: “Y ahí me planté. Como en el blá ya ese”, haciendo
referencia al juego del black Jack.
“Tos nostros, semos gente honrá!”, gritaba
sin cesar a pleno pulmón Don Antonio, en la comisaría de los Mossos del
distrito, adonde habían sido llevados todos - hombres, mujeres y “churumbeles”
- después de una macro redada organizada por los Mossos, en busca del
responsable del caos más absoluto que se había organizado en la ciudad de Barcelona,
el aeropuerto y el paso de la Junquera, desde el bombardeo de la ciudad en la
guerra civil española.
La comisaría estaba atestada de gente. A la
plantilla de los agentes destinados y en servicio, había que añadir los
refuerzos que se habían solicitado, llamando a los que estaban de permiso y/o
de retén. Además, el clan de los Montoya al completo, junto con sus parientes políticos
más cercanos que en número superior a cincuenta, esperaban a las puertas en la
calle, donde a su vez, cada vez se arremolinaba más personal, llamados por el
escándalo sin precedentes y la curiosidad de lo que podría estar pasando
dentro. Y a todo este barullo, había que añadir los más de 300 detenidos, todos
ellos miembros de los CDR, que ese día habían llamado a una movilización
ciudadana y pacífica, contra la presencia del Gobierno español en su ciudad y
que al final y sin que ellos se lo propusieran, acabó en un auténtico caos que
abrió las portadas de los noticieros del mundo entero.
El Mayor de los Mossos, llevaba todo el día
intentando contactar por teléfono con el Conseller de Interior de la
Generalitat, pero sin éxito. El teléfono estaba desconectado. Exactamente lo
mismo sucedía con todos y cada uno de los teléfonos del resto de Consellers. Era
imposible contactar con nadie, ni en sus móviles, ni en sus despachos. El
palacio de la Generalitat, estaba desierto, a excepción de los Mossos allí
destinados para su seguridad.
El aeropuerto del Prat, estaba totalmente
colapsado de gente, solicitando billetes de vuelo hacia cualquier destino
europeo, principalmente Bélgica, Suiza y Luxemburgo.
Por carretera, el paso de la Junquera,
reflejaba un tránsito de vehículos inaudito, al no tratarse de unas vacaciones,
un puente o unos días festivos, en los que la afluencia de automóviles estaba
más que justificada.
La tensión se palpaba, se veía en los rostros
desencajados de las personas que, literalmente, huían casi con lo puesto,
adonde fuera. Las peleas por subirse a un taxi eran frecuentes y ganaba el más
fuerte. Las estaciones de tren con destino a Francia, estaban igual de
atestadas que el Prat. Si se hubiera anunciado un ataque nuclear inminente
contra Cataluña, el impacto no habría sido peor.
Y todo fue por una estupidez. Un
malentendido.
Don Antonio, el patriarca gitano del clan de
los Montoya, se lo intentaba explicar al comisario, no sin tener que hacer
valer su autoridad, mandando silencio para que éste le pudiera escuchar. “Callarsus!”
Repetía una y otra vez en medio de un algarabío sin control. “¡Callarsus que me
cago en toa su puta madre y tós sus muertos,eh?!”. Y al final, se hizo algo
parecido al silencio.
- A ver, decía el comisario, harto de tanto
escándalo y tanta bulla. Repítame otra vez esa historia desde el principio.
- Pero si ya se lo explicao, cienes de veses.
- Pues una más, no me va a venir mal. Empiece
por el principio. Pero antes, responda a una pregunta: ¿es usted miembro de los
CDR?
- ¿Lo qué? No zeñó. Yo no soy miembro de ná
de eso! A mí el jurgol no me gusta!
- O sea que dice que usted no tiene relación
con los CDR ni con Omnium Cultural ni con la ANC, no?
- Que no zeñó. Que nusotros semos gente honrá.
Que nos dedicamos a vender la lotería, a la chatarrería, que no estamos con cosas de drogas ni ná de eso. Nos dedicamo a bailar por las
calles pa vé si alguien nos da argo pa comel y mi hijo José Antonio, el más
pequeño de tós, que es el más listo, tié con la parienta, un pestásculo en la calle.
- ¿Quiere decir que su hijo, tiene un
espectáculo callejero?
- Zí zeñó.
- Y en qué consiste ese espectáculo?
- Poz verá uzté, zeñó inspector. Mi hijo que
es mu listo, hace tiempo estuvo por el monte y se encontró con un cabrito
perdío. Y le dio pena y se lo quedó.
- ¿Perdido, eh?
- Zí zeñó inspector. Es que el Jose, es mu zentimental
y se pensó que el pobre animal iba a morir sin su madre. Y desde entonces, que
le ha estado dando de comer.
- Vale. Su hijo, tiene una cabra. Siga.
- Poz ezo. Que aluego, otro día, se encontró
entre la chatarra con una trompeta.
- ¿En la chatarra? Ya! ¡Y no me diga más! Con
la cabra y la trompeta ha montado el show, no?
- ¿Lo qué?
- El show, el espectáculo ese que me dice que
tiene.
- Asín es, inspectó.
- Y su hijo ¿dónde ha aprendido a tocar la
trompeta?
- Él sólo! Ya le he dicho que es mu listo.
- Vale. Su hijo tiene una esposa, una cabra y
una trompeta. De acuerdo. Y eso ¿qué coño tiene que ver con el lío que han
montado ustedes en Cataluña?
- Nuzotros no hemo hecho ná, inspectó. Sólo
que esta mañana, temprano, noz hemo dao cuen de que la cabra no estaba. Que ze
había dío ella sola.
- ¿Y qué han hecho cuando han descubierto que
la puta cabra no estaba?
- Pos de seguío que fuimos a por los Cortez. De
seguío penzamo que ellos habían robao a la cabra. Pero endespués de que
abrieran la puerta de su choza y mi hijo les soltara un par de hostias, nos
dimos cuen que allí no estaba y que no habían sido ellos.
- Y entonces, ¿qué hicieron después?
- Pos uno de allí, tres chabolos más pa’llá
nos dijo que había visto a la cabra soltarse y marcharse camino de la ciudad.
Se ve que las luces la llamaron la atensió. Y pallá que fuimos a buscarla en la
fregoneta.
- ¿Quién conducía la furgoneta?
- El Jose.
- ¿Tiene carné de conducir?
Ahí se produjo una pausa y un momento de
tensión que el patriarca pretendió solventar con un pase de pecho.
- Entoavía no, pero ya le queda poco porque
se ha examinao 17 vece y están a punto de dárselo.
“Madre mía”, pensó el comisario de los
Mossos. Éramos pocos y el animal este va conduciendo una furgoneta sin carné.
Bueno, ahora mismo, ese no es el peor de mis problemas.
- ¿Y después? - continuó el comisario
- Pues fuimos preguntando a unos y otros y al
final , sobretó por el ruido de los coches y el atasco, la cabra había llegado
a la Diagonal.
- O sea, vamos a recapitular. La cabra se
escapa de su campamento, ustedes agreden a una familia pensando que se la
habían robado. Cuando descubren que no, se suben a una furgoneta, la conducen
sin carné y llegan a la Avenida Diagonal de Barcelona. ¿Hasta ahí es correcto?
- Zí zeñó. Totalmente sasto.
- Y cuando llegan ustedes a la Diagonal y ven
a la cabra, ¿qué hacen?
- Pos llamarla. Qué vamo a hacel.
- Llamarla por su nombre!
- Pos claro. Si está con mi hijo Jose desde
pequeñita, que estaba en el monte…
- Sí, sí,sí. Esa historia ya me la ha
contado. Vale. La llaman y qué pasa.
- Pos que de repente, la gente se vuelve
loca! Como si en vez de ver a una pobre cabra, hubieran visto al mono gigante
ese de las películas….
- King Kon.
- Ese mesmamente!
- Y usted ¿qué hizo para que la gente se
asustara? ¿Les amenazó?
- No zeñó inspectó. Yo solamente llamaba a la
cabra para que se acercara. Estaba la pobre mu asustá en mitad de la avenida,
rodeada de coches por toas partes y sonando las bocinas. La pobre estaba
desorientá.
- Por cierto: ¿cómo se llama la cabra?
- Legión.
De pronto, los ojos del comisario se
agrandaron como platos mientras la yugular se le inyectaba de sangre que
parecía que iba a estallar.
- ¿Me estás tocando los huevos, gitano de los
cojones? Porque bromitas a mí ninguna y menos hoy. ¡Que no está el horno para
bollos, gilipollas!
- No zeñó inspectó. Que tó se lo digo mu
seriamente y con tó el respeto. Que yo tengo musho respeto a la pilicía. La
cabra se llama Legión. Y además, como es casi de la familia, a mi parienta se le
ocurrió ponerla un gorrito mu zimpático en la caeza, entre los cuernecillos, pa
que estuviera más mejol.
- Bueno. Vale. Ustedes llegan a la Diagonal y
empiezan a llamar a la puta cabra de los cojones. Y entonces ¿qué pasa? ¿Viene
la cabra o no?
- Pos verá zeñó inspectó. Es que de repente,
la gente empezó a gritar y a salir corriendo en toas direcciones. Despavoríos
que iban tós. Nuzotros no entendíamo ná. Porque Legión no es peligrosa. Sólo
come hierbas y los restos de la comida que la echamos, pero no ha mordío nunca
a naide.
- Así es que ustedes llegan a la Diagonal,
donde por casualidad ha llegado su cabra. Que, también por casualidad, no se
les ha ocurrido otro nombre más gracioso con el que bautizarla que “Legión”.
Comienzan a llamarla gritando en mitad de la calle, imagino: ¡Legión! ¡Legión!
¿Es así como pasó?
- Tal cual lo explica uzté zeñó inspectó. Lo
mesmito.
- Y entonces, la gente, ve a la cabra con el
gorrito y escucha sus gritos llamando a la Legión, a su cabra. Y entonces, se
confunden y se creen que la Legión, o sea, el ejército invasor español, ha
llegado a la ciudad y van a empezar a, digamos, poner orden. ¿Ustedes saben la
que han organizado?
- Pos no zeñó. Nuzotro no hemo hesho ná. Ir a
buscar a la cabra. Ná más. Bueno - añadía en un tono menor de autoinculpación-
si eso, conducil la fregoneta sin carné.
- Pues déjeme que le diga lo que han montado ustedes
en Cataluña. La gente, efectivamente, al escuchar los gritos de Legión y ver a
la cabra, ha salido en desbandada pensando que estábamos siendo invadidos por
un ejército de ocupación extranjero. Han ido a por los niños a las escuelas,
han recogido a sus familias de sus domicilios y casi con lo puesto, han cogido
el coche para huir a Europa en busca del exilio, colapsando la Junquera. El
Gobierno de la Generalitat, está ilocalizable y probablemente también han huido
todos. El aeropuerto de El Prat, está colapsado de gente intentando meterse en
un vuelo a cualquier destino de Europa. Y para colmo, hoy 21 de diciembre, el
Gobierno de España ha decidido realizar su reunión del Consejo de Ministros,
aquí, en esta ciudad. Por lo cual, los CDR han llamado a los catalanes a tomar
las calles de Barcelona en protesta por semejante agravio y provocación. Y para
terminar de joderme el día, aparecen ustedes, todo su clan y los de sus
vecinos, y todo por una cabra. ¡Por una puta cabra!
- Pero inspectó…nuzotro no hemo hescho ná de
eso…Por cierto, zeñó inspectó ¿ande está la Legión? Uséase mi cabra, vamos.
- La cabra está detenida y acusada de
alteración del orden público. Será juzgada, probablemente, por la justicia
militar, o sea, los Mossos y con toda probabilidad, será condenada a ser
fusilada. De lo cual, ya se lo adelanto, me encargaré personalmente y le meteré
un tiro en la puta cabeza a la puta cabra. Y ahora lárguense todos de aquí
antes de que me lo piense y me líe a tiros con todos ustedes.
1 comentario:
Muy buen relato, yo diría que genial. Me ha arrancado varias sonrisas y me ha hecho pasar un buen rato. Me ha gustado mucho mas que el de la Inquisición en Siguenza.
Enhorabuena
Publicar un comentario