En casa disponemos de dos lugares
donde poder depositar la basura. Uno a cada lado, derecha e izquierda, de la
entrada y salida de vehículos, pero a una buena distancia entre ellos, lo que
hace que, dependiendo de cuál sea el destino al que vayas en coche, interesa
más uno u otro. Además, los recipientes, son distintos en uno y otro. Unos son
los típicos contenedores grandes, verdes, con un pedal para levantar la tapa, donde
se deposita la basura orgánica, y al lado están los destinados a vidrio,
cartón, etc. También muy grandes. En el
otro extremo, más cerca de una entrada peatonal a la urbanización, están los
otros contenedores. Éstos, son de los que están enterrados en el suelo y la
basura se deposita abriendo manualmente la tapa que tiene forma de semitubo. Este
modelo, tiene el pequeño inconveniente de que la propia tapa en forma de tubo, limita
la capacidad de la bolsa que se pretende depositar. Esto, que es evidente a
todas luces, para alguno debe representar un problema insoluble.
No sé si es que en mi comunidad
existe un desproporcionado número de gilipollas o si es que sólo son unos pocos,
pero que tiran la basura con más frecuencia. Sea como fuere, el caso es que
cada vez que voy a introducir mis bolsitas, la mitad de las veces, me encuentro
con que el recipiente está inutilizado, porque algún subnormal profundo ha
pretendido meter una bolsa del tamaño de un elefante en un hueco donde no cabe
nada mayor que un gato. Y a veces, este problema se repite tanto en el
recipiente dedicado a orgánico, como el dedicado a papel y cartón o envases.
No parece que sea muy difícil de
entender que lo que no cabe, no entra, y que, si eres tan estúpido supino que
empujas la macro bolsa con el mismo ímpetu y frenesí con el que los japoneses
empujan en el Metro de Tokio, lo único que vas a conseguir, ¡so imbécil! es que
el contenedor se atasque y como consecuencia, los que vienen detrás, entre
ellos, yo, tengamos que depositar la bolsa fuera del contenedor, con el
consiguiente perjuicio al medio ambiente, a la estética y sobrecarga de trabajo
a los trabajadores de la limpieza.
Parece un problema elemental, ¿verdad?
¿No da la impresión de que sea insoluble, no? No es necesario disponer de ningún
Máster, ni siquiera de esos que le regalan al Dr. Fraude, ¿verdad? Bueno, pues
a pesar de que la lógica resulta aplastante, cada vez que voy a tirar las
bolsitas me encuentro con la sorpresa de que uno o varios, están atascados. Y
claro, me empiezo a cagar en todo lo que se mueve.
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