lunes, agosto 10, 2020

¡HAY QUE VER, QUÉ CARO RESULTA LA EDUCACIÓN PÚBLICA!


Hay mucha gente que es una ferviente defensora de la educación pública. Los hay que son casi enemigos acérrimos de la privada y/o de la concertada. Sin ir más lejos, la mayoría de este infame gobierno, proclama su enemistad contra la educación privada y concertada, aunque no se les caiga la cara de vergüenza, sabiendo que la mitad de ellos, han estudiado en este sistema de educación, comenzando por el Dr. Fraude del presidente.

Yo tengo cerca a unos amigos que eran unos enamorados convencidos de las enormes ventajas de la pública. Y digo eran.

Y es que siempre hay un momento en esta vida en el que de repente, te das cuenta que todos esos preceptos, principios inamovibles, sólidos y bien cimentados, te los pasas por el forro cuando el problema te toca a ti directamente. O sea, como el “coletas” con los chalets de 600.000 euros con jardín y guardaespaldas.

Resulta que estos amigos, convencidos irredentos de la educación pública, han llevado a sus hijos a institutos públicos. Hasta que descubren que su hija adolescente, tiene una serie de amistades de esas que normalmente se califican como “poco recomendables”. Tan poco recomendables, que toman una drástica decisión, que da al traste con todos sus principios.

Deciden que la familia entera, matrimonio y tres hijos, tienen que trasladarse a 100 kilómetros de su domicilio habitual. El objetivo era evitar que la niña siguiera en contacto con esa pandilla tan poco apropiada.

La verdad es que tienen suerte de poder tomar una decisión como esa. A 100 kms de distancia, disponían de otra vivienda. Ahora, la niña y su hermano el pequeño, van a un colegio privado, a razón de 1.000€ al mes CADA UNO. Total 2.000€ al mes por el colegio de los niños. 

Y ahora viene la parte desconcertante de la historia.

La niña, decide quedar con parte de esos amigos, y ya puestos, pues qué mejor sitio que la casa de sus padres donde han vivido siempre. Así es que, un viernes cualquiera, la niña aterriza con una amiga, su pareja y otro menda, el estereotipo de un auténtico macarra de libro.

Durante la tarde, el grupo de jóvenes, lo pasa en la piscina. Por la noche, es cuando sentados en la terraza, y molestando a todo el barrio con sus voces que reverberan entre los edificios, comienza el show.

El macarra, evidentemente bajo los efectos del alcohol, de la sisha que estaban fumando en la típica pipa árabe, o de ambos, pretendía saltar desde la terraza al vacío, imagino que con la intención de emular a Superman. Pero al parecer, el macarra necesitaba más acción, más adrenalina y es entonces cuando se dirige a la niña, la anfitriona, y le dice: “Bueno tía, dame un besito ya que yo no he venido aquí para esto”. El macarra estaba alienado por sus hormonas.

Durante los dos días siguientes, no se les volvió a oír, pero estar, estaban. Confieso que, en algún momento, estuve tentado de acudir a la puerta de su vivienda y ofrecerle (al macarra) o algún tipo de reconstituyente, o de alimento sólido, no fuera a perder el conocimiento por exceso de virilidad. Pero también dudaba de si esperar a su aparición por la puerta y dedicarle una ovación y sacarle en hombros de la urbanización.

Uno, que es muy ingenuo, estaba preocupado por lo que la madre de la pobre criaturita desvalida, podría estar pensando acerca de lo que podría estar haciendo su damisela. La respuesta, la tuve ayer.
Por circunstancias que no vienen al caso, compartimos con la madre de la ursulina pubescente, la preocupación de que la niña frecuentara a cierto tipo de macarras, y entonces fue cuando mi desconcierto alcanzó el clímax.

Porque resulta desconcertante, que cuando le comentas a una madre, que su hija adolescente, ha estado tres días casi ver la luz del sol, acompañada únicamente por el macarra, el mismo macarra cuya sola presencia motivó la mudanza de la familia a cien kms de distancia; el mismo macarra que la noche de su llegada, le exigió a la niña que le diera algo más que marihuana y alcohol y se lo dejó bien clarito: “no he venido aquí para esto”; el mismo macarra que se bebió su alcohol (el del padre), se acostó en su cama (la de la madre) y se folló a su niña, a ese mismo macarra, lo calificó como “un buen chico”. Que era un amigo de toda la vida y que ese chico, tenía novia.

Y fue entonces cuando me planteé varias cuestiones: Y ésta ¿qué necesita para calificar a un chico como malo? ¿Qué tenga delitos de sangre, violación en manada o similar? ¿Cómo es posible que el mismo razonamiento que se usa para migrar 100 kms, se vuelva del revés y de pronto el macarra se convierte en un buen chico? ¿Cómo es posible que unos convencidos socialistas de voto y urna a diario, sean capaces de cagarse en sus principios y llevar a sus hijos al colegio más caro de toda la provincia? A esta última, sí que tengo una respuesta clara: y es que una cosa son los principios ideológicos teóricos y otra que a tu hija se la esté beneficiando un macarra. 

Así es que el corolario de esta historia es:

La madre, cada día, conduce 200 kms para ir y volver del trabajo. Cien de ida y cien de vuelta. TODOS LOS DÍAS.

Del colegio público, han pasado al privado más caro de la provincia: 2.000 euros al mes por dos niños.

Y claro, todo eso está muy bien, si exceptuamos un par de detalles de escasa importancia. Primero, que ellos, tienen la posibilidad de elegir si se exilian o no a una segunda vivienda. Segundo, que el hecho de pagar 2.000€ al mes por el colegio de dos hijos, más la universidad del mayor en Granada, no supone que a continuación tengan que limosnear en la puerta de la iglesia los domingos.

Pero ¿y los que no disfrutan de esas condiciones?

¡HAY QUE VER, QUÉ CARO RESULTA LA EDUCACIÓN PÚBLICA!

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