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viernes, septiembre 01, 2023

Romances y aventuras en el trabajo

Ahora que se ha puesto de moda el escabroso asunto entre Hermoso y Rubiales, y las relaciones sentimentales en el lugar de trabajo, me ha venido a la memoria los muchos casos de romances, amoríos, flirteos, rollos, aventuras, devaneos y líos de todo tipo, de los que he sido testigo en mi dilatada vida profesional.

Si hay algo que tengo claro es que es precisamente en el trabajo donde surgen las mayores y mejores oportunidades para tales relaciones, como así lo atestigua una reciente encuesta ([1]), según la cual el 89% de los encuestados manifestó haberse sentido atraído por un/a compañero/a, de los que el 58%, salió con él o ella.

Llegados a este punto y para satisfacer la curiosidad morbosa de quien lo está leyendo, en mi caso, JAMÁS DE LOS JAMASES, he tenido ninguna relación íntima con ninguna compañera. Y hasta ahí puedo leer.

Sin embargo, como decía antes, sí que he conocido muchos casos. Uno de ellos, tal vez el que más de cerca me tocó vivir fue auténticamente kafkiano.

El cretino de jefe que tenía por entonces, un individuo al que sus “súbditos” le apodamos el “autista”, me acusó directamente de pretender ligar a diestro y siniestro, lo cual era totalmente falso. Pero lo más hiriente, es que él mismo, “el autista”, rompió su matrimonio porque se había liado con una compañera de trabajo. Tal vez el hecho de que uno fuera de un pueblo de León y la otra de uno de Asturias, tuviera algo que ver. Pero cuando me enteré de la jugada me encendió aún más su absurda e injusta acusación contra mí.

Otro caso que también me tocó muy de cerca fue el de Carolina y Juan Antonio. Ella, una chica pija cuyos padres vivían en La Castellana, de Madrid, mientras él vivía “en el Bronx”, según sus propias palabras. Lo curioso de este caso es que Carolina, había tenido un asunto íntimo con el director general de la multinacional. Debido a su exitosa gestión, fue promovido y abandonó España y el hueco dejado por el director general, no tardó mucho en ser ocupado por el vecino del Bronx.

Pero quiso el destino que la compañía se plantease el regreso del exitoso director a España para reflotar el mercado. En cuanto se conoció el rumor, los nuevos amantes temieron seriamente, primero por sus trabajos y después por sus vidas. Por fortuna para ellos, el que fuera director general y antiguo amante de Carolina, no llegó a poner un pie en España. De hecho, ni siquiera pudo poner el pie en su avión privado porque fue detenido y acusado de tráfico de drogas y encarcelado.

Otro caso de esos que uno no puede olvidar es el de Calixto y su mujer Melibea. Ambos ya trabajaban juntos en la misma empresa, algo que la multinacional no aprobaba en absoluto. Siempre presionaba a uno de los dos – generalmente a la mujer – para que abandonara la compañía por propia decisión, pero, a decir verdad, tampoco era un caso aislado.

El asunto fue que el tal Calixto se encaprichó, por decirlo suavemente, de una compañera de trabajo más joven y soltera. Más joven que él y más joven que la mujer. Y el caso es que al final terminaron por consumar la infidelidad.

En un momento dado, la amante, realizó un sospechoso viaje a Londres que sirvió para alimentar los rumores. No mucho más tarde, la puntería del semental de Calixto volvió a dar en la diana y acabaron por bautizar a la criatura.

Como es normal, Calixto se separó de Melibea y continuó su nueva vida con la madre de su hijo. Aunque, esta nueva vida no duró demasiado y cuando se terminó el amor, la novedad y el delirio sexual, la abandonó y regresó con Melibea.

Podría continuar poniendo ejemplos, pero creo que, para muestra, con un botón basta.

En mi caso personal, uno de los aspectos que siempre me han preocupado de este tipo de situaciones es el de la discreción. Según la encuesta antes mencionada, el 75% intentó mantener en secreto su idilio, al tiempo que el 82% de los otros compañeros dicen haberlo descubierto. Es decir, esto, antes o después, se termina sabiendo y cuando hay un tema de esta índole en el trabajo los comentarios y la situación en sí, se escapa por completo a tu control.

Por otra parte, este tipo de relaciones acarrea dificultades y complejidades añadidas que entorpecen el normal desarrollo de la empresa. Los ascensos, promociones, nombramientos, etc. se verán de manera diferente si se sabe la relación existente y, sobre todo, si uno de ellos tiene una categoría importante en la empresa. No es lo mismo que ambos amantes sean de la categoría de “colichichis” o que uno de ellos – o ambos – sean personas de relevancia.

Y me he centrado exclusivamente en el aspecto de que ambos sujetos participen libremente en el desarrollo de esa relación, a pesar de que también he tenido conocimiento de alguna situación de acoso. Por ejemplo, el caso de Faustino es digno de mencionarse.

Estaba yo en Lisboa por motivos de trabajo, y a la hora de la comida nos juntamos un grupo multinacional. En un momento dado, una chica, argentina por más señas, que se sentaba justo a mi lado, comenzó a relatar cómo había sido víctima de acoso por parte de un individuo, casado, y que llegó a sabotear su coche para aparecer como Superman para ayudarla.

Al final no le quedó más solución a esta chica que denunciar la situación en la empresa. El resultado fue que Faustino fue expulsado de la compañía.

Lo mejor vino después cuando le pedí el nombre del sujeto por mera curiosidad. El tipejo había sido mi jefe y efectivamente, ya entonces dio muestras inequívocas de ser un perfecto gilipollas.

En resumen, al margen de lo que ha pasado entre Hermoso y Rubiales, si ha sido consentido o no, o sólo a medias, o lo que sea, el caso es que este tipo de comportamientos deben ser mantenidos en un escrupuloso ambiente de discreción. Uno no puede dar rienda suelta a sus más bajos – literalmente – instintos en público y menos aún, con un subalterno.

Y si quieres mantener una relación secreta, no lo hagas con nadie de la oficina.