A alguna mente privilegiada de esas que nos gobiernan, se le ha ocurrido la feliz idea de crear un buzón en las empresas para denunciar anónimamente cualquier ilegalidad que se considere, lo cual, dicho sea de paso, podría ser interesante. Ahora bien, lo que en un principio puede parecer una buena idea hay que empezar a someterlo a un escrutinio más profundo, porque podría darse el caso, por ejemplo, de realizar denuncias falsas.
Sobre denuncias falsas no es
necesario remontarse mucho en el tiempo. En la guerra civil española, - un
asunto que está presente de modo permanente en los recuerdos de los marxistas
del gobierno – hubo profusión de falsas denuncias, de un bando y del otro.
Venganzas, codicia, ideología y demás, alimentaron a la madre de todas las
guerras, del mismo modo que mucho antes, en los tiempos de la Santa
Inquisición, se repitieron el mismo tipo de denuncias y por los mismos motivos,
más o menos. Y no me quiero meter mucho con el tema de las falsas denuncias de
violencia machista. O sea, que lo primero que habría que dilucidar es si los
hechos son ciertos o no.
Después de comprobar que los
hechos son ciertos, habría que establecer una especie de tribunal que los
analizara y dictaminase si constituyen delito o no, para a continuación,
proceder a la sentencia y a su cumplimiento. De nada sirve perseguir la
justicia si no hay medios para que sea real.
Todo este sinsentido se pretende en
un país en el que la Justicia lleva siglos de retraso, los participantes se
ponen en huelga por sectores, y los ciudadanos de a pie, junto con los
abogados, debemos hacer acopio de una paciencia tendente al infinito.
A no ser, claro, que lo que
pretenda la promotora de la idea, sea que quien analice, estudie, juzgue y
sentencie, sea el comité de empresa. De esta manera, los sindicatos, ejerciendo
la presión y las corruptelas necesarias, pasarían a controlar las empresas de
facto, lo cual sería como una expropiación forzosa y gratuita. Así las cosas,
cualquier trabajador o liberado sindical, podría interponer una denuncia falsa
contra la empresa, que a tenor del análisis del comité y de su posterior
dictamen, se vería castigada con un importe económico, que, en ocasiones, iría
contra la propia viabilidad de la empresa. Una forma maquiavélica, retorcida,
pero muy comunista de destruir la economía de un país.
Decía al principio que la idea
del buzón para la denuncia anónima podría ser una buena idea.
Se me ocurre que se podría instalar en todos
los partidos políticos, incluidos aquellos unipersonales o que concurren a las
elecciones por circunscripciones tan minúsculas como el barrio de Lavapiés, en
Madrid. De esta forma, podríamos conocer todas las trampas, chanchullos,
corruptelas y cohechos a los que hubiere lugar. Otra cosa sería saber quién iba
a investigar todo eso y si las sentencias tendrían algún efecto, visto lo visto,
y a sabiendas de que siempre habrá algún hijo de su santa progenitora que les
termine por indultar.
Otro lugar en el que se podrían
instalar serían todos los colegios e institutos de enseñanza primaria y
secundaria de España. A lo mejor así podríamos conocer los casos de abusos, de
acoso, y de esta forma, lo mismo se podrían evitar los suicidios que se
producen, ante los cuales, ningún centro educativo se hace responsable civil
subsidiario.
También podríamos instalar esos
buzones en las dependencias de los centros de menores, - varones y hembras -, tutelados
por la Administración. Tal vez así, podríamos conocer de primera mano las
atrocidades, abusos y acosos que sus dirigentes, sus cónyuges o quien fuere, pudieran
ejercer sobre los más vulnerables.
En fin, que la idea no está mal,
pero hay que pulirla un poco. Yo, en lugar de en los propios lugares donde se
sospecha que se incurre en algún tipo de irregularidad, los pondría
directamente en las sedes de los medios de comunicación, y para evitar la
autocensura, que lo recibieran todos y que cada uno eligiera libremente cuáles
investiga y cuáles no.