A Jesús le traicionó Judas. A Julio César, Brutus. A Luis del Olmo, su íntimo amigo que se fugó con todo su dinero. Y hay más ejemplos. La cantante Belinda, Drew Barrymore, Beyoncé o Elton John, entre los extranjeros. Carmen Maura, Concha Velasco, Ana Torroja, son algunas de las españolas que también han pasado por ese mal trago. A ellas, se ha unido Arantxa Sánchez Vicario.
Lo de Arantxa está de actualidad
estos días porque va arrastrando su vergüenza por los juzgados y los
telediarios. Una cosa es no tener dinero para vivir y otra que, además, te
persigan para que pagues, ya sea el banco, hacienda o ambos.
En realidad, poco importa cuáles
han sido los motivos por los que, en un momento dado, lo has perdido todo o
casi todo. Malas decisiones a la hora de invertir, despilfarro, caprichos,
drogas, vicios…da igual. Al menos, en esos casos, el culpable sueles ser tú
mismo, porque, incluso en el supuesto de que hubieras sido mal aconsejado,
siempre podrías haber dicho “no” y no lo hiciste. Pero lo que realmente duele,
aplasta y conmociona, es cuando la ruina te viene por la traición de aquel en
quien confías, que, además, suele ser alguien muy allegado: padres, hermanos,
íntimos amigos, etc. En esos momentos, es de suponer que te sientes como Jesucristo
o Julio César. Y lo triste es que es mucho más frecuente de lo que aparece en
la tele.
En estos días he visto la
película sobre Elvis Presley, o para ser más exactos, sobre la garrapata o
sanguijuela de su representante. No voy a desvelar nada de la peli para no
reventarla, pero a mí me ha sorprendido conocer las interioridades del individuo
en cuestión. En la peli queda claro que presentan a Elvis como un cautivo de un
entorno diabólico formado por su padre, su manager y su médico.
En ocasiones, aquellos en los que
confías para que te lleven las finanzas, o tu carrera profesional, se comportan
como auténticas ladillas, exprimiéndote hasta la extenuación y viviendo a tu
costa, mientras tú te matas a trabajar. Y un día te levantas y te das cuenta de
que todo tu esfuerzo sólo ha servido para alimentar a unos parásitos, que se lo
han llevado todo.
Algunos podrán recuperar parte de
lo robado…trabajando más. Para un músico, un artista, un escritor, puede
resultar más o menos accesible. Y entre éstos, no es lo mismo que te llames
Perico de los Palotes, o Elton John. A este último, le robas 300 millones y lo
mismo para recuperarse tiene que vender uno de sus castillos. Para un
deportista, no.
Pero, sin duda, lo que más duele
no es el dinero y las propiedades que ya no tienes. Lo que más duele no es la
persecución inmisericorde a la que te someten los bancos o Hacienda. Lo
realmente doloroso, es el beso de Judas o la puñalada de Marco Junio Bruto.