Dedicado a mis amigos.
En los pasados días 19-21 de este mismo mes,
ha tenido lugar en Madrid la reunión de Les Jeunes du monde Unis, una
organización a nivel mundial que tiene entre sus objetivos principales “promover
el mutuo conocimiento, la coexistencia y las relaciones entre los jóvenes de
diferentes sectores sociales en los cinco continentes, sin distinción de raza,
religión u origen social”.
Dentro de las actividades que
tuvieron lugar, se dio un sentido y emotivo homenaje a Joseph Luns, diplomático
holandés, quien fuera entre otras cosas, Secretario General de la OTAN.
Mi amigo Daniel y su esposa Katja
Luns, asistieron a dicho evento por un doble motivo: el primero, porque son
miembros de la mencionada asociación y en segundo lugar, porque se iba a rendir
homenaje a un tío de su esposa, Katja.
Daniel ha publicado en Facebook
diversas fotos del evento y fue entonces cuando dije que para mí, era un privilegio
tener amigos como ellos, no porque pertenezcan a una familia de postín, sino
porque a lo largo de los años me han demostrado que son personas comprometidas,
que actúan dentro de sus posibilidades en hacer que otros, que no disfrutan de
las mismas condiciones de vida que solemos tener en occidente, puedan tener
acceso a la educación, por ejemplo, apadrinando a una niña en la India y
manteniendo una correspondencia y contacto habitual con ella, o formando parte
de la mencionada asociación. En pocas palabras: son buenas personas, algo que
parece que es poco, pero que pocas veces puedes decir de muchos y si tuviera
que definirles con una única palabra, sería generosidad.
Yo conocí a Katja el veintiuno de
febrero de 1.985. Lo recuerdo perfectamente porque ese día, jueves para más
señas, era mi primer día en la nueva empresa en la que empezaba a trabajar y el
que por entonces era mi jefe, me dio un paseo por toda la compañía para
presentarme a un montón de gente que serían mis compañeros durante los
siguientes cuatro años.
Katja trabajaba en el
departamento de Ventas y yo en informática. Nuestras responsabilidades laborales
hicieron que tuviéramos que trabajar muy estrechamente durante mucho tiempo y
eso hizo que, con el tiempo, traspasáramos la línea del mero compañerismo para
convertirnos en amigos. Algún tiempo después, cuando ya hacía años que yo había
abandonado la empresa, incluso fuimos vecinos porque tanto Katja y Daniel como yo, vivíamos en San
Lorenzo de El Escorial. De aquella etapa de mi vida recuerdo con especial
nostalgia y cariño, unas Navidades
en las que cenamos juntos en su casa.
De la personalidad y carácter de
los Luns, aparte del ya mencionado Joseph, también hay que hablar del propio
padre de Katja, Fritz, que en la Segunda Guerra Mundial, se jugó el pescuezo
ayudando a judíos a escapar de los nazis. De ahí escribí una historia, “La
Figurita” que está disponible en Amazon.
Y ahora voy a contar una anécdota
que parece sacada de una novela.
Hará cosa de unos siete años, mi
mujer, me comenta que ha recibido un email de un señor que vive en la República
de Eslovaquia y que quería alquilar un apartamento que tenemos durante un par
de meses. Ya de entrada, recibir un email desde “el otro lado del telón de
acero”, resulta llamativo. Le pregunté por el nombre del individuo y me dijo
que se apellidaba Luns. Y yo pensé “qué casualidad. Debe ser un apellido más
común de lo que yo pensaba.”
El señor, le pidió a mi mujer
todo tipo de documentación imaginable, para evitar que le dieran gato por
liebre y una vez que se le hizo llegar todo lo que solicitó, alquiló el
apartamento y ni corto ni perezoso, decidieron él y su esposa, venir a
Benalmádena desde Cachtice, Eslovaquia, en coche. Solamente, tres mil
kilómetros.
Quedamos para recibirles en una
gasolinera cerca de la urbanización. Era domingo, por la noche, de un mes de
enero, así es que estaba todo cerrado. Les acompañamos al apartamento, les
mostramos la plaza de garaje y después de informarles que debido a lo tarde que
era, no había nada disponible para cenar, regresamos a nuestra casa, que está a
cinco minutos en coche. Nada más entrar por la puerta, nos llaman por teléfono
y nos dicen que saltan los plomos continuamente y que tienen problemas con la
luz. Así es que regresamos. Comprobamos lo que estaban haciendo mal, se lo
explicamos y nos invitaron a tomar una copa de vino. Y nos sentamos a charlar.
Y después de la primera copa, vino la segunda y seguimos charlando. El caso es
que de ahí nos invitaron a cenar una noche en el apartamento y nosotros
aceptamos encantados porque eran (y son) encantadores.
Nos prepararon una cena típica de
Eslovaquia y lo pasamos genial con ellos. En un momento de la cena, yo, que
seguía dándole vueltas a lo del apellido de él, no pude resistir la tentación
de preguntarle directamente:
- Oye, Ted, ¿tu apellido es muy
común en Holanda?
- No.
- Es que verás. Yo tengo una
íntima amiga que se llama Katja Luns. ¿No la conocerás por casualidad, verdad?
La cara de asombro que puso Anna, su mujer,
era para haberla grabado en una foto.
- Katja es mi prima - respondió
Ted tan asombrado como todos.
- Espera - le dije yo, mientras
cogía el móvil y llamaba a Katja.
Después de saludarnos le dije a Katja:
- Espera. Te paso con alguien que
te quiere saludar - y le pasé el teléfono a Ted.
Ted le habló a Katja en holandés y yo escuché
a Katja, asombrada, alucinada, respondiendo en perfecto español: ¿Pero tú quién
eres?
Desde entonces, todos los años, Anna y Ted,
vienen a pasar los meses de invierno a Benalmádena, salvo algún año que han
fallado. Y mantenemos y cuidamos la amistad y por eso, hace unos meses, nos acogieron en su preciosa casa y pudimos conocer lo mejor de Eslovaquia, sirviéndonos de cicerones.
Siempre se ha dicho que a los amigos de
verdad se les ve en los momentos difíciles y yo he tenido la suerte de que
tanto Katja/Daniel como Anna/Ted, nos han demostrado su cariño y su
generosidad, con creces, en momentos muy complicados. Es por eso, por lo que mi
cariño y admiración hacia ellos, me parecen poca cosa; que a pesar de que les
dé el doble, siempre estaré en deuda. Por eso, este pequeño homenaje a todos
ellos: que el mundo sepa que hay personas realmente grandes, magníficas y que
yo tengo la suerte de tenerlos como amigos.
Y lo mejor de todo: tengo más.
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