domingo, septiembre 15, 2019

EL EXTRAÑO CASO DE CELESTINO FERNÁNDEZ


Celestino era un chico aparentemente normal. Nacido en el seno de una familia normal y con acceso a una buena educación que sus padres se pudieron permitir, no sin esfuerzos. Estudió, primero, en un afamado Instituto en Madrid, y después, terminó los estudios de secundaria en un colegio religioso de la capital. 

Es a partir de ese momento cuando las peculiaridades de su personalidad, comienzan a florecer, ya que, viviendo en Madrid y sin ningún antecedente familiar que pudiera servir de referencia, decidió estudiar para ser marino mercante. Nada criticable, pero un poco raro sí que parece. Hombre, si viviera en una localidad costera, se entendería mejor, pero viviendo a cuatrocientos kilómetros de la costa más cercana, resulta algo chocante.

Pero la característica fundamental de su personalidad, radica en su empeño por prestar su atención a chicas de provincias, por un lado (tampoco criticable, por cierto), y por otro, desarrollar una actividad de carácter endogámico, al emparejar a ciertas personas allegadas y ligadas a él por diferentes lazos. A continuación, detallaré algunos ejemplos prácticos que ilustrarán mejor que mis palabras.

La primera de las novias que tuvo, era de Ponferrada y la conoció de vacaciones. La familia tenía una perfumería. Otra de las novias que tuvo, era de Coria, provincia de Cáceres y tristemente famosa por la expresión “el tonto de Coria”, que por cierto, su madre no tuvo reparo alguno en utilizar para humillar a la pobre chica, que no había hecho nada. Y finalmente - tanto va el cántaro  a la fuente-  se casó con una chica de Castuera, provincia de Badajoz. 

Hombre, hay que tener en cuenta que siempre se ha dicho que en Madrid hay de todo, incluso gente que ha nacido en Madrid, pero lo cierto es que resulta cuanto menos, llamativa esa insistencia en establecer relaciones sentimentales con chicas de provincias y en general, bastante más jóvenes que él.

Pero no contento con esta fijación freudiana por gentes nacidas lejos de la capital, su actividad endogámica empezó a funcionar enseguida. 

Celestino, tenía un compañero de trabajo, - por cierto, de un pueblo de León-  y comenzó a interceder entre él y la hermana de la que posteriormente sería su esposa. Al final consiguió que ambos se casaran, con lo que de compañero de trabajo, pasó a formar parte de la familia política y convertirse en su cuñado.  

Años después, y debido al éxito de sus maniobras, repitió la operación, esta vez con dos empleados, de quienes Celestino era el jefe en la empresa donde trabajaban. En esta ocasión, los objetivos femeninos eran dos hermanas, y a su vez, primas hermanas del propio Celestino, con lo que una vez más, dos compañeros de trabajo, por el arte de casamentero de Celestino, se convirtieron en parte de la familia, al casarse cada uno de ellos con cada una de las dos hermanas.

Y llegamos a rizar el rizo.

Tristemente, la esposa de Celestino falleció. Y al cabo de unos pocos años, Celestino sorprendió a propios y extraños anunciando un nuevo enlace, esta vez, con una prima hermana, casi veinte años más joven  que él, que a su vez, era hermana de las otras dos que se habían casado con los compañeros de trabajo de Celestino. 

Para que luego digan que las series y películas americanas son pura invención, sin visos de realidad.

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