Hoy se ha inaugurado una nueva
etapa en las relaciones entre la Generalitat y el gobierno de España, sentándose
los independentistas por un lado y el gobierno por otro, en La Moncloa. Los
unos, con la pretendida ilusión de hablar de autodeterminación, independencia, referéndum,
además de amnistía a los presos, y cuantas ocurrencias y caprichitos se les
puedan ir ocurriendo durante las conversaciones. Y claro, hay bastante gente
que está preocupada por la manera en que se va a terminar saliendo de este
embrollo. Y yo intuyo que no va a ser muy diferente a esto.
No va a haber referéndum. O,
mejor dicho, el gobierno no va a reconocer que lo hay, como tal, pero los
indepes se van a tirar el rollo de que sí. Lo que al final se va a hacer, es
que los catalanes serán llamados a las urnas para dar su opinión acerca de
todos los aspectos que se hayan conseguido arrancar en las negociaciones, y
mientras, el gobierno, mantendrá la postura respetuosa de que tal consulta no
les parece mal, porque es democrática, y los separatistas lo vestirán de
lagarterana y dirán que, por fin, tienen el famoso y tan ansiado referéndum. Y
la consecuencia es que a ver quién es el guapo que vota en contra de todas las supuestas
ventajas que van a conseguir.
Por otro lado, el gobierno está predispuesto
de antemano a otorgar todas las competencias sobre cualquier aspecto que los
separatistas les exijan, a salvo de aquellas que vayan directamente contra la
Constitución, y de esto, tampoco pondría la mano en el fuego. Pero serán tantas
que, de facto, será como si Cataluña fuera independiente. Salvo el nombre (que
no se llamará República Independiente) y algunas exiguas competencias del
gobierno central, el resto lo gestionarán ellos. Eso sí, con el dinero de todos
los españoles, porque ellos no tendrán forma humana de ser económicamente
independientes, a tenor de los miles de empresas que han huido y de las que,
tal vez, se lo vuelvan a pensar de ahora en adelante, así como, de los miles y
miles de millones que sistemáticamente solicitan (casi exigen) al Fondo de
Liquidez Autonómica para poder pagar a la infinita lista de funcionarios,
adláteres y lameculos. De esta forma, el Dr. Fraude se asegura el voto de
aquellos con los que él mismo juró y perjuró que no pactaría jamás de los
jamases, y con ello, su permanencia en la Moncloa y el aumento de votos del PSC
en Cataluña.
Y por lo que se refiere a los
políticos presos, tampoco será necesario que el Dr. Fraude firme un Decreto Ley
indultando a los golpistas. Sería demasiado chusco. De hecho, casi están en su
casa y pasan por la prisión para ver los emails y fumarse un cigarrito con los
funcionarios de prisiones. Y si eso no fuera suficiente, ahí están los acólitos
del Ministro de Justicia y la Loles, que hoy ha prometido el cargo de Fiscal
General del Estado, para cambiar, derogar y adaptar el Código Penal, las
calificaciones de los hechos y lo que sea menester, con tal de que sus
excelencias, los señores golpistas, no se sientan incomodados lo más mínimo y
puedan seguir desarrollando sus tareas de traición a España por todo el orbe
mundial.
Por cierto, que la reverencia
protocolaria de la Loles ante S.M. el Rey, no tiene comparación con el esguince
cervical con el que Iván Redondo obsequió a Torra.
Así es que tranquilos. Cataluña
no será una República Independiente…pero sí. Y los presos, no serán indultados…pero
también.
Y mientras tanto, el resto de
CCAA, pues a verlas venir. Si son del PSOE, serán agraciadas con una lluvia de
millones – que sería de agradecer que no fueran a los bolsillos de los de
siempre – y si son del PP, les van a dar por donde no brilla el sol. Con ello, el
gobierno del PSOE, irá creando enemistades, tensiones y enfrentamientos, entre
unas Comunidades y otras, obligando a una lucha más intensa que la actual y con
ello favorecerá la creación de un caldo de cultivo propicio para liquidar el Estado
de las Autonomías e inaugurar el Estado de la Nación de Naciones.
La buena noticia, es que,
imagino, que Melilla dejará de ser Ciudad Autónoma para convertirse en Nación.
¿O no? Lo mismo se la regala a Mohamed VI, que este es muy capaz.
Y a eso, el Dr. Fraude lo llama
gestión territorial. La nueva política territorial de la que se siente tan
orgulloso.
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