sábado, septiembre 10, 2022

Me dan envidia.

Debo confesar que hay muchas cosas que no me gustan nada de los británicos. Así, en general. La lista es tan extensa que me voy a detener sólo en aquello en lo que, de verdad, les envidio y no es otra cosa que el respeto a su institución monárquica. Algo que ya me gustaría que copiáramos en España.

A los británicos les da igual que su rey abdique para perseguir el amor de su vida. Les da igual que su rey sea tartamudo. Incluso llegaron a tapar las tendencias germanófilas de Edward. Les da igual que uno de los hijos de Isabel, haya sido acusado de pederasta y de mantener relaciones con una menor. Les da igual que el actual rey, le pusiera los cuernos a su esposa, Lady Di, con la actual reina consorte, cuando ambos estaban casados con otras personas. Les da igual que la princesa Ana se casara primero, con un capitán del ejército y después, con un comandante a quien había conocido mientras él servía como escudero de su madre, todo lo cual, no parecía muy digno de tan alta alcurnia. Los británicos han perdonado a su reina muerta el que durante décadas no pagara impuestos, mientras acumulaba una de las mayores fortunas del planeta. A los británicos todo eso les ha dado igual.

Teniendo motivos para asaltar el Palacio de Buckingham e incendiarlo con la familia dentro, no han mostrado jamás ni la décima parte de inquina, desprecio y hasta odio que se ha destilado en España contra Juan Carlos y en menor medida, contra Felipe, con el agravante de que Juan Carlos no ha sido acusado de nada en ningún juzgado del mundo, excepto por la zorra de la Corina, y, sin embargo, vive exiliado.

¿Que Juan Carlos ha tenido amantes? Pues claro. Hasta Luis Roldán apareció en unas fotos. ¿Qué ha tenido negocios turbios, aunque no se demuestre ningún delito? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Podríamos empezar por recordar los negocios que el hermano de Alfonso Guerra, - entonces VP del gobierno de España - tenía en un despacho de la Junta de Andalucía, por ejemplo.

Pero en comparación con la monarquía británica, las historias de la nuestra parecen cuentos infantiles.

Aquí en España, la cacería de la corona comenzó – valga la redundancia – con la cacería del elefante. La carroña mediática presentó la escena como si se tratara de un grupo de cazadores furtivos, abatiendo a un pobre animal, y todo esto mientras España estaba en crisis. Como si el viaje y la estancia la hubiera pagado el estado español. Se humilló la figura de Juan Carlos hasta obligarle a comparecer en TV pidiendo perdón. A partir de ahí, años de acusaciones e investigaciones financieras y económicas alrededor del mundo, con el único fin de ver si se le podía pillar en algo. Resultado: NADA.

Sin embargo, aquí en España, la Justicia ha sentenciado a Chaves y Griñán por ser los máximos responsables del robo de más de 700.000.000 de euros, a los parados de Andalucía y ya están preparando los indultos. Antes de que los pidan.

Y la cajera y sus amiguitas, se han dado un paseo hasta Nueva York, en el Falcon, supuestamente para defender el ecologismo. La hez mediática no se ha hecho eco de lo innecesario del viaje, en un momento como de crisis energética como el que estamos atravesando, ni del coste de semejante paseíto.

En el Reino Unido, aparte de algunos tabloides, algunas primeras planas y algún escándalo que otro, a nadie allí, se le ha ocurrido sugerir que se elimine la monarquía. Ni en RU ni en ningún país de la Commonwealth.

Mientras el presupuesto de la Casa Real británica es escandaloso, el de la española es de unos 7-8 millones de euros. Una bagatela si lo comparamos con los 20.000 millones de la ministra cajera, para hacer lo que hace.

Así es que, sí; en eso sí que me da envidia.

 

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