La primera ley de un buen independentista que
se precie, es la de tener un enemigo. Él y sólo él, es el responsable de todos
sus males y por tanto, si desaparece el “enemigo”, el resto de problemas, desaparecerán de
inmediato. El pequeño problema puede surgir cuando ese enemigo no exista en la
realidad. Pero eso se subsana de una manera muy fácil: se inventa.
Pero, ¿cómo se inventa un enemigo? Es fácil:
sólo hay que reinventar la historia, trastocar algunos hechos, ocultar otros
que no interesan, mirar con un prisma diferente algunas realidades
incuestionables, alterar el orden cronológico de algunos acontecimientos, etc.
Bagatelas. Al fin y al cabo, sólo es propaganda y como decía Goebels: “repite
una mentira un millón de veces y todos creerán que es cierta”.
Una vez que ya se ha inventado al enemigo, lo
que hay que justificar son los motivos por los cuales le consideramos como tal.
A eso se le llama victimismo. Es la
propiedad que tiene todo independentista de pensar que es el objetivo de una
cruzada Universal cuyo único fin es fastidiarle. Pero, ¿y eso cómo se
consigue? Sencillo, es muy sencillo. El argumento clave es:”no me entienden. No
comprenden mi sensibilidad”. Y claro, ¿cómo vas a demostrar tú, que te han
nombrado enemigo predilecto del año, que sí entiendes y comprendes al otro si
es el mismo “otro” el que te niega esa capacidad? Al final, resulta
indemostrable, pero es un buen argumento para el independentista.
Como consecuencia “lógica” de que tu “enemigo”
no “te comprende”, sólo te quedan dos alternativas. Una de ellas, es
aniquilarle. Esa, es la solución que adoptó Stalin, Hitler y Slobodan Milosevic
en Serbia. Por cierto, este tipejo, era psiquiatra.
La segunda alternativa, menos cruenta, es la
de separarse. “Cariño, ya no siento mariposas en el estómago como cuando al
principio de conocernos, así es que, ahí te quedas. Yo me piro con mi madre y
los niños”. Luego vienen las denuncias en los juzgados, el incumplimiento de
visitas, las pensiones y esas cosas que todos conocemos. Pero para el independentista, todo es
un camino marcado por el Destino cruel que le ha tocado vivir.
El independentista, se encuentra en estos
momentos, ante un futuro incierto. A saber: no sabe de qué va a vivir, no sabe
si tendrá dinero para comer, ir de vacaciones o pagar la luz, el teléfono y el
colegio de los hijos. No sabe de dónde sacará dinero para la ropa, pagar el
móvil, la gasolina y el seguro del coche, etc. Pero, ah!, tiene un enemigo al
que le va a hacer pagar todas las deudas pasadas, habidas y por haber.
Ya no importa que “el enemigo”, haya
sufragado al 100% todos los costes de unos Juegos Olímpicos en la Capital del
Imperio Independiente, por poner un ejemplo. Ni tampoco que el Presidente de
ese Imperio, haya jurado defender la Ley, la misma Ley que le ha permitido a él
acceder a ese puesto. La misma Ley que permitió volver del exilio a su
predecesor. La misma Ley que ahora traiciona.
Y se repite como un mantra: soy
independiente, soy independiente. Y sueña. Sueña. Sueña..........
Y sin embargo, no se ha percatado de que,
pretender separarse, le hace más pequeño en un mundo que va justamente al
revés, es decir, que cada día las organizaciones son más globales, más supra
nacionales. Hoy, ser independentista, es lo mismo que ser de pueblo, a
comienzos del siglo xx.
Tampoco se ha dado cuenta, de que al separarse,
todas las inversiones que había efectuado su “enemigo” en su Imperio, se han
convertido AUTOMATICAMENTE EN DEUDA soberana con un país extranjero y que por
tanto, el resto de la comunidad internacional, vigilará muy de cerca el
comportamiento de ese nuevo “país”, no vaya a ser que no pague sus deudas, o a
ver cómo las paga. Y lo primero que hacen todos esos países, es quedarse
quietecitos y ver cómo respira el nuevo ser. O sea, que nadie invierte un duro
en un sitio en donde no sabes si vas a poder sacar algo. Se llame Argentina,
Bolivia, Botsuana o Cataluña.
Y como nadie invierte, las pocas empresas que
se han quedado allí, empiezan a pensarse tomar el camino de las que ya anunciaron
que se iban a marchar y efectivamente, se han marchado.
Y sin empresas, no hay Impuesto de
Sociedades. Y sin empresas, no hay empleos. Y sin empleos, no hay riqueza. Y
entonces, crece exponencialmente el paro, el gasto social porque hay que
atender a todas esas personas mayores y a los que no son tan mayores y darles
algún subsidio, alguna ayuda, atención médica, medicinas, hospitales…y todo
eso, ¿cómo se paga si no se genera riqueza? Pues fácil: se da a la máquina del
dinero y se fabrica más.
Ya, pero es que este nuevo país, ¿qué moneda
tiene? ¿Cuál es su paridad? ¿Cuánto vale?
Pues no lo sabemos. Pero no importa: soy independiente.
Y ¿qué pasa con los productos con origen o
destino a ese país QUE NO FORMA PARTE DE LA UNION EUROPEA? Pues, lógicamente,
que tendrán que sufrir unos aranceles, como los que sufren los de otros países
para proteger la producción propia de la UE.
Y los pasaportes? Porque, claro, habrá una
frontera y un control de desplazamientos y unos impuestos.
Pues no lo sabemos. Pero no importa: soy independiente.
¿Y será reconocido por el resto de países?
Bueno imagino que Andorra no tendrá problemas en hacerlo y como en Suiza ya
tienen tantos amigos banqueros, tal vez tampoco. ¿Y el resto?
Pues no lo sabemos. Pero no importa: soy independiente.
¿Y seguirán los accidentes por falta de
inversión en infraestructuras ferroviarias, de suministro de gas y electricidad
y demás?
Pues no lo sabemos. Pero no importa: soy independiente.
¿Y tendrán una selección de fútbol propia,
reconocida por la UEFA y la FIFA?
Pues no lo sabemos, pero es probable que la
reconozca Gibraltar, Andorra y Malta.
¿Y la Copa de Su Majestad el Rey? ¿La seguirán jugando?
Pues no lo sabemos. Pero no importa: soy independiente.
¿Y la Liga Española? ¿Pedirán permiso para
jugar en nuestra Liga o en la francesa?
Pues no lo sabemos. Pero no importa: soy independiente.
Y de pronto, el independentista se despierta,
justo cuando el árbitro pita el final del partido entre el At. Madrid y el
Barça.
Eliminados de la Champions!