Para aquellos que aún no lo sepan, estoy
embarcado en un nuevo libro. Algo que me tiene enfrascado desde hace cosa de
año y medio o así, y lo que te rondaré morena. Estoy descubriendo en mi propia
piel, la ardua tarea de recabar datos y de fisgonear en una casi infinita
variedad de archivos, militares y civiles.
Debo confesar que la tarea, aunque laboriosa,
resulta gratificante, sobre todo por el enorme cariño y atención que recibo sin
excepciones por parte de los funcionarios responsables de todos esos archivos.
No solamente se limitan a proporcionar la información solicitada cuando
disponen de ella. También se toman el tiempo y la molestia de aconsejarme
dónde, cuándo y cómo podría satisfacer mi necesidad de información, en los
casos en los que ellos no pueden ayudarme.
Así por ejemplo, he conseguido sin ningún
problema certificados de nacimiento, de defunción, de la Universidad (de 1916,
¡alucinante!), de Archivos Militares, de Memoria Histórica, etc.
He dicho sin excepciones, pero siempre hay
alguno digno de mención.
Por razones que sería prolijo detallar ahora,
hace unas semanas me puse en contacto - después de mucho buscar y rebuscar -
con la Parroquia de la Virgen de la Paloma, de Madrid, para solicitar el
certificado de bautismo “del prenda”, uséase, el nene. Castizo hasta en la pila
bautismal, el también conocido como Marqués de San Lorenzo de El Escorial (o
sea, yo) fue bautizado en dicha iglesia, a escasos 500 metros en línea recta
del domicilio donde nació.
Después de todos los certificados que había
solicitado previamente y cuya única dificultad estribaba en dilucidar si estaban
disponibles o no, me pareció que mi solicitud a la parroquia, no podía
significar mayor inconveniente.
Estaba muy equivocado. Siempre hay algún
imbécil que te amarga el día.
Aparte de que, como ya he comentado,
encontrar la manera de contactar con alguien de la parroquia por email, no fue
tarea fácil, el proceso de solicitud se ha ido envenenando a medida que se
sucedían los emails.
Por supuesto, en la mierda de web de dicha
iglesia, no hay un apartado dedicado a solicitudes de certificados ni nada que
se le parezca. Toda la información existente, se circunscribe a los actos
litúrgicos y demás asuntos relacionados con el tema. Que digo yo, que no es muy
complicado colgar un formulario, del tipo que sea, que uno se pueda descargar,
imprimir, rellenar, firmar y adjuntar posteriormente, solicitando lo que sea.
En mi caso, el certificado de bautismo. Bueno, pues no.
En el primer email, el anónimo remitente, me
indica que para retirar el certificado, primeramente, debo llamar los sábados
de 11.00 a 13.00, ya que la persona que se encarga de esos temas, está de
vacaciones en agosto. Pero que en cualquier caso, si lo deseo, puedo pasarme
personalmente a retirar el certificado. Que eso de enviar información por
email, podría contravenir la Ley de Protección de Datos.
Alucinando en colores, mi respuesta, como es obvio,
fue que difícilmente podría pasarme en
persona, pues resido a 550 kms. Y que para no transgredir la LOPD, insistí en
saber si no había algún formulario para rellenar, en el que quedara reflejada
la identidad del solicitante. Incluso
sugerí la posibilidad de adjuntar a mi escrito, una copia de mi DNI.
Pero la respuesta de mi anónimo comunicante,
me dejó perplejo. Su sugerencia fue la de autorizar a un familiar para que
pasara a retirar el certificado. Y confieso que fue ahí, cuando me quedé atónito.
Semejante sugerencia asume varios supuestos notorios.
En primer lugar, el hecho de que hubiera familiares, vivos, residentes en
Madrid y que estuvieran dispuestos a realizar el esfuerzo de trasladarse hasta
la iglesia, ex profeso, que ya es mucho suponer. Pero lo más kafkiano es la
mera contradicción en sus propios términos.
Emitir una autorización a algún supuesto
familiar, implicaría – necesariamente – generar un documento en el que aparte
de la solicitud propiamente dicha, quedara patente mi identidad. Dicho de otra
forma, en ese supuesto documento, debería incluirse una copia de mi DNI cuya
firma debería coincidir con la de la propia solicitud.
Y llegados a este punto es cuando me
sorprendo y me pregunto: ¿Y por qué coño ese hipotético documento le sirve a
cualquier otra persona MENOS A MI? ¿Por qué no es factible que yo realice la
solicitud del certificado de mi propio bautismo, aportando la documentación que
me acredita como sujeto del acto?
Uno puede solicitar y obtener un
informe del Ministerio del Interior, con ciertas reservas y respetando ciertos criterios,
pero al parecer, resulta un auténtico reto conseguir tu propio certificado de
bautismo.
A ver si Don Quijote tenía razón cuando
dijo aquello de: “Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho”.
(Continuará)