lunes, junio 03, 2024

Por qué decir "Copa de Europa" es decir Real Madrid.

 


CAPITULO 1.  

LA GESTACION. 

 

Si a cualquier aficionado al fútbol se le preguntara si conoce qué es el Balón de Oro, es imposible que nadie con ese perfil respondiera con un “no”; todo el mundo, incluso muchos de los que no siguen este deporte, sabe o ha oído hablar alguna vez de este premio.  Sin embargo, estoy totalmente seguro que nadie, ni siquiera los muy aficionados, conocen el nombre de la persona que lo inventó. 

Sucede algo parecido con la Champions: todo aficionado al fútbol la sigue como quien sigue a su religión.  Incluso algunos, los más mayores, sabemos que antes  de  la  Champions hubo otra competición predecesora que se llamó la Copa de Europa.  

Y a pesar de ser tan extendidos y conocidos, - la Champions y el Balón de Oro -, muy  pocas personas sabrán que ambos los inventó la misma persona: Gabriel Hanot. Y lo  que resulta difícil de comprender es la escasa información de la que se dispone sobre  este personaje que cambió la historia del fútbol, el deporte de masas con mayor impacto  económico y mediático del mundo.  

Gabriel Hanot, nació en 1889, en Arras, una pequeña localidad al noroeste de Francia,  muy cerca de Lens y de la frontera con Bélgica. Como no podía ser de otra forma, Mon.  Hanot, era un apasionado del fútbol y según los escasos datos disponibles, llegó a jugar  con la Selección Nacional Francesa en una docena de ocasiones, hasta la llegada de la I  Guerra Mundial. Posteriormente, un accidente de aviación, alejó al profesional de los  campos de fútbol y legó para la historia, al periodista en el que se convirtió. Se le  considera, además, uno de los impulsores de la creación del campeonato nacional de  liga francés, allá por 1932.  

Hanot  conjuntamente  con  su  colega  del  diario  L’Equipe Jacques Ferran, son los artífices de dar  forma a una idea que surgió como un reto: la Copa  de Europa. 

Sin menoscabo de su más que relevante aportación al nacimiento de la que más tarde se  ha convertido en la competición más importante de Europa a nivel de clubes, hay que  resaltar el papel preponderante e imprescindible que jugó el diario deportivo L’Equipe. 

La historia del periódico L’Equipe, merecería por sí sola toda una novela o una película  dedicada a ella. Tan llena de vicisitudes, tan repleta de historias, tan vinculada a la  propia historia de Francia y sobre todo, tan vinculada al deporte, son elementos más que  suficientes para dedicarle un capítulo aparte. 

Y sin embargo, los comienzos de L’Equipe, poco tienen que ver con el deporte. Más  bien, con un escándalo mayúsculo con un soldado francés, que polarizó a la sociedad  francesa de comienzos del siglo xx. El caso, pasó a la historia como “el Caso Dreyfus”. 

El soldado Alfred Dreyfus, además de sufrir en carne propia los horrores de la I Guerra  Mundial,  una  vez  firmado  el  armisticio,  fue  acusado  de  revelación  de  secretos  al  enemigo. A partir de ese punto, diversas organizaciones se ponen de su parte y otras le  acusan descaradamente.  

Por un lado, el periódico deportivo más importante de Francia por entonces, Le Vélo,  mezcló la cobertura de los deportes con comentarios políticos. Su editor, Pierre Giffard,  creía en la inocencia de Dreyfus y así lo decía. Se le opusieron los diseñadores de  automóviles Conde de Dion y los industriales Adolphe Clément y Édouard Michelin.  Debido a este enconamiento, los enemigos de Giffard, decidieron fundar una nueva  publicación, afín a sus intereses. Y con el objetivo de intentar hacer cuanto más daño  mejor,  llamaron  al  periódico  L’Auto  Vélo.  Como  es  lógico,  a  los  tres  días  de  su  aparición  en  las  calles,  un  juez  sentenció  que  el  nombre  mantenía  excesivas  concomitancias con el anterior, obligando por tanto, a eliminar esa referencia (Vélo) y  quedarse simplemente con L’Auto. La primera consecuencia de todo ello, fue que la circulación  del  periódico  se  vio  seriamente  afectada,  desplomándose  el  número  de  ejemplares vendidos. 

Fue entonces cuando un joven ciclista de 23 años y escritor de fútbol y rugby llamado  Géo Lefévre sugirió una carrera alrededor de Francia, mayor que la que cualquier  periódico pudiese ofrecer y de seis días de duración. Acababa de nacer el Tour de  France.  

Esa  idea  transformó  por  completo  la  historia  del  recién  nacido  diario,  llegando  a  publicar 500.000 copias diarias en 1923 y llegando al máximo de 850.000 en 1933. 

Pero en esta vida, no hay nada que perdure mucho y así, en 1940, a la muerte del editor  del periódico Henri Desgrange – un ciclista destacado de su tiempo -, el periódico pasó  a manos alemanas. Desde ese momento, los comentarios proclives a la ocupación nazi  se  fueron  adueñando  de  la  publicación  y  con  la  llegada  de  la  paz,  significó  su  desaparición. 

 

Nace L’Equipe.   

A la muerte de Desgrange, en 1940, Jacques Goddet - hijo del primer director financiero  de L'Auto', Victor Goddet- sustituyó al fallecido, como editor y organizador del Tour de  Francia, negándose a seguir publicando durante la guerra. Ello, le granjeó no pocos  inconvenientes con los alemanes. Goddet tuvo que acudir a la impresión clandestina de  periódicos y panfletos de la Resistencia en la sala de impresiones de L'Auto y le fue  permitido publicar un periódico sucesor nombrado L'Équipe. Este ocupó un local frente  a la vieja residencia de L'Auto, en una construcción que de hecho pertenecía también a  L'Auto;  además,  el  periódico  original  fue  incautado  por  el  estado.  Una  de  las  condiciones impuestas para su publicación por el estado fue que L'Équipe tenía que usar  papel blanco en vez de amarillo, el cual estaba muy relacionado a L'Auto. 

Sobre el año 1946, recién terminada la II Guerra Mundial, L’Equipe decide comprar el  periódico oficial de la Federación Francesa de Fútbol. Ha nacido la revista France  Football 


El reto. 

Unos años más tarde, en 1954, un artículo publicado en el Daily Mail británico, abre un  nuevo frente en el horizonte beligerante del diario francés. El rotativo inglés, haciendo  gala del carácter más representativo del Imperio Británico, proclama sin rubor, que el  Wolverhampton Wanders es "el mejor equipo del mundo", ya que acaba de imponerse  en sendos partidos amistosos al Honved de Budapest y al Spartak de Moscú.  

Sin duda alguna, en el más que generoso y parcial juicio del periódico inglés, subyacían  sentimientos políticos muy fuertes, toda vez que ambos equipos, pertenecían al llamado  “Telón de Acero”, que con tanto atino, había definido en su momento Sir Winston  Churchill.  

Pero  los  británicos,  no  contaban  con  que  allí,  cubriendo  la  información  de  esos  encuentros recordemos, amistosos se encontraba un periodista francés, redactor de  L’Equipe y que se llamaba Gabriel Hanot.  

Hanot aprovecha y declara: “Hay otros grandes clubes en Europa como el Real Madrid,  el Milán o el Benfica que podrían superar a los Wolves. Habría que organizar un  campeonato  a  nivel europeo  con  más  prestigio  que  la  Copa  Mitropa  (*).  Una  competición más original que la que existe para las selecciones nacionales. Es algo que  hay que hacer”. 

(*) Reseñar que la Copa Mitropa o Copa de Europa Central, fue la primera gran competición internacional oficial de  clubes, auspiciada por la FIFA, e idea del austríaco Hugo Meisl secretario general de la Federación Austríaca de  Fútbol y directivo de la FIFA, en la que participaron equipos de la Europa Central. 

La audaz propuesta de Hanot obtiene una gran acogida. Al día siguiente, L'Equipe  publica un editorial de Jacques de Ryswick, su jefe de internacional, aceptando el  desafío  de  organizar  una  cita  europea  a  nivel  de  clubes.  Hanot  se  reúne  con  sus  compañeros y comienza a diseñar el proyecto de una competición donde los campeones  de Liga de los respectivos países puedan disputarse la hegemonía del fútbol continental.  Aunque tildada de locura o tontería por muchos, la iniciativa de Hanot provoca el  entusiasmo  general.  Santiago  Bernabéu,  presidente  del  Real  Madrid,  intuye  que  la  medida puede significar una nueva era para el fútbol de clubes y, tras entrevistarse con  De Ryswick, apoya el empeño. No así el FC Barcelona, quien prefiere que continúe la Copa Latina, trofeo que ya ha ganado en dos ocasiones. Como siempre, el Barcelona  con visión de futuro. 

Una comisión, integrada por Gabriel Hanot, Ernest Bedrignan, Santiago Bernabéu y  Gustav Sebes, se reúne el 2 de abril de 1955 en el hotel Ambassador de París para dar  forma  definitiva  al  sueño,  recibiendo  innumerables  adhesiones  (excepto  la  del  Barcelona) por parte de los clubes europeos. Hanot, junto con su colega Jacques Ferrán,  plasma de manera escrita el proyecto: el reglamento de la Copa de Europa de Clubes  Campeones.  

Jacques Ferrán recuerda las verdaderas intenciones del diario  galo al idear el torneo: "Nuestro único objetivo era que se  jugara al fútbol más días, para poder vender más periódicos a  mediados de la semana". Además, contaban con el apoyo de  Eurovisión, la recién formada unión de televisiones, que vio  en  el  campeonato  un  producto  de  máximo  interés  para  retransmitir. 

D. Santiago Bernabéu, acude a esa reunión acompañado por una persona clave en los  designios del Real Madrid. Tal era su talento y su capacidad de gestión, que durante 25  años fue la mano derecha de D. Santiago, colaborando como Vicepresidente de la  entidad y siendo máximo responsable de la creación y posterior gestión de la sección de  baloncesto  del  Real  Madrid.  Raimundo  Saporta, cuya  vida  y  peripecias  también  merecen una mención aparte, acudió a esa reunión en calidad, sobre todo, de traductor. 


Raimundo Saporta, de origen judío sefardí, nació en la ciudad de Constantinopla (hoy Estambul) en  1926. Hijo de Jaime Saporta  Magriso,  nacido  en  Salónica  (entonces  Imperio 
Otomano, actual Grecia) el 27 de septiembre de 1887 y de  Simona    Nahmias,    nacida    en    Constantinopla    (Imperio Otomano. Actual Estambul, Turquía) el 8 de febrero de 1902.

Su padre, banquero de profesión, disponía de un pasaporte español, expedido como  consecuencia de un decreto de Miguel Primo de Rivera, por el que se concedía la  nacionalidad española a todos los que pudieran justificar su origen sefardí. 

Después de la crisis del 29, la familia decidió emigrar a Paris, donde el cabeza de  familia continuó con su profesión de banquero. Allí vivieron hasta el estallido de la II  Guerra Mundial. Ante la amenaza que suponía la invasión alemana y el origen judío de  la  familia,  decidieron  trasladar  su  residencia  a  Madrid  en  1941.  Los  trámites  de  emigración  los  realizaron a través  del  cónsul general,  Bernardo Rolland de Miota,  quien, para evitar problemas con las autoridades alemanas, decidió modificar el lugar de  nacimiento de Raimundo y por eso, en la documentación oficial a partir de aquel  momento, figura París.  

A pesar de todo, la llegada a Madrid supuso un duro golpe para la familia, ya que, al  poco  de  llegar,  un  tranvía  atropelló  mortalmente  a  su  padre.  Ello  obligó  al  joven  Raimundo a que, al terminar sus estudios en el Liceo Francés, tuviera que ponerse a  trabajar en una tienda de la Gran Vía madrileña. Tiempo después, sus facultades, le  permitieron trabajar en el Banco Exterior de España, donde permaneció ostentando altos  cargos ejecutivos hasta su jubilación. 

Pero volvamos al momento del nacimiento oficial de la nueva competición. 

El  21  de  mayo  de  1955,  el  máximo  organismo del  fútbol  internacional,  la  FIFA,  reconoce el nuevo torneo poniendo dos condiciones: que sea organizado bajo la tutela  de  la  UEFA  y  que  la palabra  Europa  quede  reservada  para  la competición  entre  selecciones nacionales (la Eurocopa, cuyo trofeo es casi idéntico). 

La UEFA, que se había fundado meses antes, tenía previsto instaurar una competición  similar, por eso, en un primer momento, mostró su oposición, aunque al final, ante la  presión de las principales federaciones, aprobó el reglamento elaborado por L'Equipe.  Cabe suponer que la UEFA no intervino al principio pensando que la idea, nacida fuera  de su seno, fracasaría, pero luego, cuando vio que el proyecto iba a cuajar, decidió  intervenir para tomar el control y explotar la competición. Otros como el Barcelona. 

 


La Copa de Campeones – como así se llamó en un principio - se jugaría por el sistema  de  eliminatorias  a  doble  partido,  entre  semana  para  no  interferir  las  Ligas  de  los  diferentes  países.  La  disputarían  los  campeones  de  las  Ligas  más  importantes  de  Europa, con la baja a última hora del Chelsea, pues la Federación inglesa no le concedió  permiso para participar en una competición que, en sus inicios, miró con indiferencia.  Tampoco acudieron los campeones de varios países del Este, por el problema de la  pausa invernal. 

Estaba previsto que la final se disputase cada año en el campo del equipo campeón, pero  el encadenamiento de títulos por el Real Madrid hizo que se variase el programa. Un  mítico once, comandado por Alfredo Di Stéfano, ganó las cinco primeras ediciones,  marcando un hito y provocando la admiración de toda Europa. Algunos clubes, caso del  Leeds  United  inglés,  cambiaron  el  color  de  su  uniforme  para  vestir  de  blanco  en  homenaje al "equipo que había reinventado el fútbol", como tituló L'Equipe en una de  sus ediciones. 

Y así es como nace una competición que con el transcurrir de los años, se ha convertido  en un fenómeno social, mediático, económico, global y además, deportivo. 

Nace a partir de unos periodistas, de un soldado acusado de traición, de un reto entre  británicos y franceses, de la voluntad y determinación de un periódico mítico como  L’Equipe, inspirador y motor de tantos eventos y premios relacionados con el deporte y  cómo no, de la visión comercial de unos directivos y de unos profesionales de la prensa  que vieron con años de anticipación, el negocio que hoy, todos podemos comprobar. 

 

 

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