lunes, abril 01, 2013

Callejeros residentes

Hace ya muchos años que dejé de leer El País, un diario que marcó toda una época en España y del que era un asiduo, casi incondicional. Imagino que este desencuentro se debió, como suele ser habitual, a la diferente evolución que tuvimos ambos: el periódico y yo. De todas formas, al margen de cambios o de maneras de sentir, lo cierto es que El País, siempre había mantenido una línea editorial, una manera de entender el periodismo, seria honesta y formal, y por lo menos, eso hay que reconocérselo.

Aunque no he seguido muy de cerca su trayectoria, creo que el ascenso de Cebrián a puestos más directivos, dejando a un lado el día a día del periódico, fue el típico error que sucede con demasiada frecuencia en la empresa española y que no es otro que el de ascender a una persona a un puesto para el que no está preparado y sustituirle por un inútil, escogido con sumo cuidado, para que con su trabajo no ensombrezca la tarea de su predecesor, con lo que al final, estamos fastidiando 2 puestos de trabajo y no solamente uno. Es lo que se conoce como el Principio de Peter, al cuadrado.

Reconozco que en una sociedad que pretende ser democrática, aparte de los poderes tradicionales (judicial, legislativo y ejecutivo), la prensa debe ejercer un contrapeso de fuerzas, asumiendo una labor de denuncia, en ocasiones, de divulgación, muchas otras y de información veraz siempre, y en definitiva, todo aquello que ayude a que los ciudadanos se sientan partícipes de las cosas que ocurren a su alrededor. El más claro ejemplo de todo esto, lo conocemos todos: el caso Watergate.

Lo malo es que ni la sociedad es totalmente democrática ni la prensa es totalmente libre.

No se puede llamar democrática a una sociedad en la que los jueces, son elegidos en función de los diputados que un partido u otro haya conseguido en las elecciones o mediante los pactos que se pudieran alcanzar entre varios de ellos. De esta forma, el poder judicial, es casi imposible que sea independiente y por tanto, ya no se dan las bases de una democracia plena.

Lo mismo cabría decir de la prensa, aunque en este caso, a los periodistas no se les vota. Tal vez pida demasiado a unos profesionales a los que siempre se les exige independencia, cuando en el fondo todos tienen un jefe y por tanto, se deben a quien les paga, como todos los demás. Pero creo que de un tiempo a esta parte, las cosas están pasando de castaño a oscuro. Y no me refiero sólo a la prensa.

Desde los atentados del 11-M, se está poniendo de moda en España el que un día unos y otro día otros, se adueñen de las calles y se organicen manifestaciones espontáneas (que de espontáneas tienen poco), algaradas, persecuciones o incluso acampadas. Que está muy bien eso de usar la calle para protestar y también para celebrar que somos campeones del mundo, pero es que nosotros o nos pasamos o no llegamos. Daré algunos ejemplos.

Todos nos acordamos de la acampada en la Castellana de los trabajadores de SINTEL, que estuvieron 7 meses viviendo en tiendas de campaña en el Madrid del siglo XXI.

La toma de la Puerta del Sol por los autodenominados "indignados" o 15-M, que hicieron lo mismo durante varios meses.

Y lo más reciente, la presión callejera a algunos miembros del PP por el tema de las hipotecas y los desahucios. Que digo yo, que dónde estaban todos estos cuando en la época de Zapatero se desahuciaban a bastantes más que lo que se hace ahora.

Y es aquí, donde quiero volver a enlazar con el tema de la prensa y su papel en democracia. 

Cuando los periodistas abandonan su papel de ser informadores veraces y prefieren sembrar la duda; cuando de forma deliberada y estudiada deciden lanzar sospechas en vez de aclarar incertidumbres; cuando se meten en las trincheras a disparar y dejan la pluma, en ese momento están siendo parte del problema y no de la solución.

Hace unos días, aparecía, cómo no en El País, unas supuestas imágenes de unos supuestos soldados españoles, torturando supuestamente a un preso supuestamente iraquí. Antes fue lo de los papeles de Bárcenas, que todavía ni siquiera se sabe si son suyos o de su primo el de Talavera, pero que da igual, que hay dos jueces de la Audiencia Nacional que se tiran a degüello para quedarse con ese tema tan mediático y que tantos réditos políticos va a suponer para quien se lo quede. Y ahora le ha tocado el turno a Feijó, con unas fotos de hace 20 años en las que aparece con un tipo que tiempo después se descubrió que era un traficante y él, cortó la relación.

Pero es que lo más curioso de todo esto, es que en ningún caso afecta ninguno de estos temas al PSOE. ¡Coño, qué casualidad! Y de repente, aparecen unas sospechosas imágenes de alguien con uniforme español, cuando hace casi 10 años que salimos de Irak. ¿Y salen a la luz ahora? Hombre ya sabemos que el rey de guardar correos y usarlos contra sus autores es Diego Torres, que con empleados como ese, no necesitamos virus, pero no sabía que hay otros por ahí que se guardan en su móvil 10 años! unos vídeos para sacarlos ahora.

Y lo de las fotos de Feijó, qué? ¿20 años aguantando las fotos en un cajón y hay que sacarlas ahora? ¿Para pedir la dimisión? Pero hombre, si Camps dimitió por 7.000 euros y todavía estamos a la espera de que alguien en la Junta de Andalucía se responsabilice de verdad de los millones de euros que les han robado a los parados para gastárselo en putas, alcohol y drogas, entre otras cosas.

Está claro que todo esto, no es una casualidad. Obedece a una estrategia clara con el fin de intentar confundir  a los españoles y hacerles ver que "todos son iguales y que para eso, o no voto o sigo votando a los míos". Y para prestarse a ese papelón, se necesitaba unos medios de difusión (tv y prensa escrita) y quién mejor que un periódico que está en vías de extinción como El País. Y adueñarse de la calle, algo muy de la izquierda. De la de España y la de otros países, eh?.
 

Y ni siquiera así, son capaces de conseguir votos a costa del PP. Si nos creemos lo que dicen las encuestas, todavía saca 10 puntos en intención de voto. No me extraña que estén tan desesperados que hagan uso de las artimañas más arteras y los métodos más rastreros y de paso, emponzoñando el ya debilitado crédito de lo que fue un buen periódico.

Triste final para un periódico de tan ilustre trayectoria, terminar como está terminando sus días. 



 

 

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