domingo, abril 16, 2017

Árabes y moros.



El número de teléfono que aparecía en la pantalla, indicaba que la llamada venía de Francia. Sorprendido y algo expectante, respondió con un simple “sí?”. La voz al otro lado del teléfono, contestó en perfecto español pero con un marcadísimo acento árabe.
    - Le llamaba por el anuncio del apartamento que se alquila en Marbella.
     - Sí. Dígame.
     - ¿Está disponible para Semana Santa?
También tiene guasa que un árabe pretenda hacer vacaciones de Semana Santa, pensó él.
     - Sí.
     - El precio de mil euros es por un mes, verdad? - preguntó el árabe.
    - Pues no. El precio que aparece es precisamente para la Semana Santa.
    - Ah! - respondió algo sorprendida la voz.

Y a partir de ahí comenzó a intentar contar una historia que tuviera algo de coherencia, de consistencia, pero que con el tiempo, cada vez tenía menos.

   - Es que verá. Tengo unos clientes franceses que estarían interesados en alquilar la vivienda.
    - ¿Es usted una agencia?
   - Bueno…no…es que, verá yo trabajo en un hotel y estos señores son unos amigos.
   - Perdone. No he entendido bien. ¿Me dice que usted trabaja en un hotel?
    - Sí.
   - Y que estas personas que usted menciona, ¿no quieren hospedarse en el hotel y prefieren hacerlo en un apartamento?
   - Bueno…sí. Es que son amigos míos. Pero antes de nada, debo decir que mi comisión es el 20%.
    - Pues ese 20%, se lo suma usted a los mil euros. Los mil euros son para mí, netos.
    - Bueno déjeme que lo hable con mis amigos. 

Durante un par de días, el teléfono francés enmudeció, lo que fue interpretado como una renuncia a las condiciones o vaya usted a saber a qué. El caso es que, al cabo de un tiempo, volvió a sonar, aunque esta vez, el teléfono era español.

    -¿Hola? Soy Mohamed, otra vez. Hablamos el otro día por lo del apartamento en Marbella.
    - Sí, dígame - dijo sorprendido él por la resurrección del árabe justo en Semana Santa.
    - He estado hablando con mis amigos y estarían dispuestos a pagar 750 euros por la semana.
     - Ya, pero es que hoy es lunes. La Semana Santa empieza hoy.
     - Bueno eso no es problema.
Pensando a toda velocidad, él volvió a preguntar al moro.
    - ¿Y cómo es que van a pagar por algo que ni siquiera han visto ni visitado? Es más, ni siquiera usted ha estado aquí para ver el apartamento.
     - Bueno yo les he dicho que está como en las fotos. ¿No es así?
     - Sí. Está exactamente igual que en las fotos.
    - Vale. Entonces mis amigos, vienen hoy. Aterrizan a eso de las 14.00. Pueden ir a visitar el piso a eso de las 17.00.

Él, alucinaba cada vez más. Supuestamente, había unos franceses - de origen árabe, por supuesto - que viajaban desde Francia, aterrizaban en Málaga y sin disponer de alojamiento, se aventuraban  a visitar un apartamento que no conocían y por el que se habían comprometido a pagar 750 euros. Y todo eso en cuestión de horas.

    - ¿Y la comisión te la pagan tus amigos? - preguntó él bastante mosqueado.
     - No. De ahí hay que restar la comisión.
    - Déjame que lo piense y llámame en una hora. Dices que ellos vienen a las 17.00 a ver el apartamento?
    - Sí. Pues llámame a eso de las 16.00. Para entonces ya tendré una respuesta.

Había demasiados cabos sueltos en todo ese embrollo. Un supuesto trabajador de un supuesto hotel, supuestamente de lujo, decía tener unos supuestos amigos, los cuales en vez de alojarse en el supuesto hotel, prefieren arriesgarse a alquilar un piso que no habían visto jamás y pagar por él.

    - A mí no me encaja nada - dijo él a su esposa.
   - La verdad, es que es todo muy raro - dijo ella. Pero en todo caso, son 750 euros.
   - Siempre que los tengan en metálico, claro.
Antes del horario convenido, el árabe, volvió a llamar para cerrar la operación.
  - Bueno entonces, les digo a mis amigos que vayan a esa dirección a las 17.00, no?
  - ¿Y tú? ¿Es que no vas a venir? - preguntó tremendamente sorprendido él.
   - No. Es que no puedo porque a las 17.00 horas, salgo para París.
   - ¿Cómo? ¿Qué ni siquiera vienes a acompañar a tus amigos?
  - Es que me es imposible. A esa hora tengo que estar en el aeropuerto. Pero puedo mandar a un compañero del Servicio de Mantenimiento del hotel para que les acompañe.

Él intentaba recopilar la información que había ido recogiendo y procesarla. 

En resumen se trataba de que unos desconocidos, de los que no sabía sus nombres, cuántos eran, su procedencia, ni ningún dato personal, se presentarían en su casa con la esperanza de que en ese momento, le depositaran en la mano el importe del alquiler. Todo ello, mediante la supuesta mediación de un desconocido, que ni siquiera había visitado el piso. Y a todo eso había que añadir que en vez de 1.000 euros netos, le iban a dar 750 y de ahí a descontar el 20% para el moro.

    - Búscales a tus amigos otro alojamiento. Y tú, no vuelvas a llamar.

Lo rocambolesco de la historia, hizo que él se pasara varios días dándole vueltas a algo que no tenía ni pies ni cabeza. Era kafkiano todo aquello. Siempre que se enfrentaba a algo que no encajaba, suponía un reto a su lógica. Pero lo más preocupante fue la hipótesis que se le ocurrió un par de días después y que podría explicar perfectamente la situación.

    - Imagina - le dijo a su mujer - que este individuo es un yijadista. Un menda cercano a AlQaeda. Mediante esta martingala, estaría consiguiendo alojamiento a un posible comando terrorista, al tiempo que nadie podría identificarle a él, ni a sus compinches. Nadie tiene datos que les pudieran relacionar. Ni entre sí ni con el alquiler. No hay contrato, no hay fotos, no hay transferencia de dinero.
    - ¡Qué imaginación! Este es sólo un buscavidas que sabe cómo funciona el sector, porque eso se nota.
    - ¿Y la primera vez llama desde un teléfono francés y después desde uno español? ¿Y sin ver el piso? ¿Y cómo pensaba cobrar nuestra comisión? ¿Se iba a ir a Paris sin cobrar el 20%? ¿Y sin acompañar a sus “amigos”? Te digo yo que aquí hay gato encerrado. Luego se quejan. Esto sólo se le ocurre a un moro!

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