Siempre que me tengo que enfrentar a algún problema de conciencia, un poco por defecto profesional y bastante más por defecto congénito, lo abordo desde una cierta perspectiva de lógica. Intento encontrar la lógica del asunto. Así me ocurre con el enunciado de este post.
En los últimos días, la
televisión del gobierno, o sea, la 1 de TVE, ha mostrado su honda preocupación y,
por tanto, se supone que la de todo el país, al abrir el telediario de la noche
con la noticia de que, en Castilla y León, se pretende aprobar una medida que
va en contra del aborto.
De entrada, lo primero que
sorprende es la alarma social que se difunde desde la TV pública al confundir a
los oyentes y hacerles creer que la medida ya ha sido tomada, cuando la verdad
es que no. Pero no voy a entrar en ese terreno de la manipulación de la
información, un terreno casi exclusivo del gobierno, no. Lo que me llama la
atención es que se haga flamear la bandera del aborto, como un derecho de las
mujeres – lo llaman progresismo –, junto con la aprobación de la ley de
eutanasia, pero al mismo tiempo se niegue la pena de muerte a los asesinos y
terroristas, argumentando que debemos ser magnánimos. Y es aquí donde la lógica
me chirría.
¿Magnánimos con asesinos y
criminales, pero inflexibles con nonatos? ¿Magnánimos con el aborto, pero
admitimos que algunos quieran suicidarse? ¿Admitimos el suicidio asistido, pero
si alguien se sube a una terraza para lanzarse al vacío enviamos a los bomberos
para intentar convencerle de que no lo haga? Son estas cuestiones y las
respuestas que hay en estos momentos, las que me confunden.
Hay otros aspectos relacionados
con la campaña enfebrecida que ha lanzado el gobierno. Son los aspectos
meramente políticos, estratégicos, en un año que se nos va a hacer muy largo,
porque vamos a estar todo el año en campaña, con acusaciones, manipulaciones y
demás. Un aspecto que me llama mucho la atención es la extraordinaria dureza de
una amenaza por parte del gobierno central, de intervenir la Junta de Castilla
y León, por un asunto de esta índole, cuando en Cataluña, por ejemplo, el
gobierno central se inhibe por completo cuando la Generalitat se niega a
cumplir las sentencias de los tribunales que obligan a los centros de enseñanza
en Cataluña a impartir el 25% de sus clases en castellano o prometen
públicamente y con reiteración que volverán a intentar declarar la República de
Cataluña y lo harán con un Referéndum, que todos sabemos que es ilegal, aunque
intuimos que lo terminarán haciendo. En este caso, el presidente, presume que,
desde que se limita a someterse a los caprichos de sus compinches catalanes,
Cataluña está en paz. Bien, habría que preguntar si los padres de los niños que
quieren y no pueden estudiar en castellano están de acuerdo con él.
Ante la dispar respuesta de un
gobierno central sometido a los caprichos de los independentistas catalanes o a
las declaraciones de un VP de la Junta de CyL, cabe deducir que aquí lo de la
lógica, no tiene cabida. De hecho, la vida en sí, no es un valor absoluto. Por
eso, porque no es un valor absoluto, la situación de los menores o de los
desvalidos depende de quién sea el delincuente.
Si eres una menor bajo la tutela
de la Administración y abusan sexualmente de ti, tu vida importa cero, si el
delincuente tiene contactos entre los dirigentes de la llamada izquierda
progresista. Si eres un anciano, tienes derecho a solicitar la eutanasia y
morir, pero como se te ocurra fallecer en una residencia como consecuencia del
COVID, y, además, la residencia pertenece a una Comunidad Autónoma “enemiga”,
habrá guerra con tu cadáver como excusa.
Con estos ejemplos - y algunos
otros que me ahorro para no extenderme demasiado, - parece evidente que el
concepto de “vida” tan sólo es un truco, una especie de excusa utilizada
políticamente en contra del adversario, en función de intereses meramente
políticos y que nada tienen que ver con el respeto al concepto, sino más bien,
con la pesca de votos.
Mientras los asesinos de docenas
de policías, guardias civiles y militares, estén en la calle campando a sus
anchas; Mientras se permita abortar a niñas de 16 años sin el consentimiento de
sus padres; mientras se abuse impunemente de niñas y adolescentes, la sociedad
estará en deuda con la vida.
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