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sábado, febrero 03, 2024

El desempleo va por barrios.

Recientemente y por razones que es fácil de entender, hemos necesitado contactar con diversos profesionales para asuntos domésticos. La historia comienza con un aire acondicionado de otro piso que hay que cambiar. Y ahí empiezan los problemas.

Contactamos con nuestro profesional de confianza en esos asuntos en diciembre. Buscó un hueco en su apretada agenda y nos visitó. La solución, la única, era cambiar el aparato entero, tanto la unidad exterior como la interior. Con la exterior no había problemas, pero la interior está en el techo del segundo baño. Eso quiere decir que había que romper el techo, sacar el aparato viejo, reconstruir para soportar el nuevo, meter el nuevo, rehacer el techo y pintarlo. ¡Ná! Una tontería. Pero lo peor es que, lo recuerdo, estábamos en diciembre. José, nuestro experto en aire acondicionado, se tomaba vacaciones y además se iba a Palencia de donde es su familia. No regresaba hasta después de las fiestas, pero no estaría operativo hasta más tarde. Mediados de enero. Tenía trabajos anteriores a los que debía atender.

Para la obra del techo, José nos recomendó a un profesional con el que suele trabajar. Nos pusimos en contacto con él y acordamos (en diciembre) organizarlo todo en función de la disponibilidad de José.

Cuando ya estaba todo listo, la empresa de la obra destacó a uno de sus colaboradores para ir rompiendo el techo el día anterior al que José aparecería. De esta forma, no se entorpecerían unos con otros. El hombre rompió el techo y se llevó los escombros. Al día siguiente, a primera hora, José tuvo que retirar el viejo aparato, meter el nuevo y dejarlo funcionando. Todo un día.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y ya que estábamos metidos en polvo y escombros, contactamos con un electricista. Tenía que meterle mano a todo el cuadro eléctrico, obsoleto y fuera de la legalidad vigente y hacer unas mejoras. Otro que estaba hasta arriba de carga de trabajo. Estuvo todo un día, desde las 09.00 hasta las 17.00 o así, currando y probando todo y ni siquiera comió.

José dejó operativo el aire acondicionado, pero teníamos que probarlo con más tiempo. Se pasó todo el día currando, subiendo y bajando de casa a la azotea y vuelta.

Los de la obra del techo del baño, entre unas cosas y otras, tardaron una semana. Que si le das una mano de pintura, que si lo tienes que dejar secar. Pero lo dejaron “niquelao”. Lo del aire, no terminó de convencernos. No calentaba mucho y le pedimos a José que le volviera a echar un vistazo. De nuevo tuvo que hacer un hueco en su agenda y dedicarnos otra mañana.

Y toda esta historia viene a cuento de que todos estos profesionales están hasta arriba de trabajo en un país con casi 3 millones de parados, en donde la hostelería no encuentra personal y hay gente desesperada porque no pueden cubrir las bajas.

El electricista me dijo que eso de comer era algo variable. Que la comida la tenía en el coche porque se la preparaba su mujer, pero que él sabía cuándo salía de casa, pero no cuándo regresaría o si comería. Cuando estuvo con nosotros no comió.

Los de la obra del techo del baño, el jefe venía, organizaba el trabajo, daba las indicaciones al obrero de turno, acordaba con José dónde tenía que colocar la trampilla para dejarle hueco en el techo para que pudiera meter mano y hacer el mantenimiento del aire acondicionado, y después se iba a otras obras que estaba haciendo en paralelo.

Y de paso, a mí todos estos, me han obligado a meterme unos madrugones del carajo de la vela. Una auténtica indecencia para con un señor jubilado que se tenga que levantar a las 06.30 o las 07.00. Eso, sin contar la pasta que ha supuesto la bromita.

Y todo esto me lleva a plantearme algunas cuestiones. ¿Para qué tantos universitarios y tanto máster? Si al final vas a terminar en el paro, de camarero o viviendo en el extranjero. Un médico a duras penas sobrepasa los mil euros y poco, al mes. El electricista se llevó 700€ en metálico.

Cierto es que todos ellos son grandes profesionales y se lo curran; aquí nadie regala nada. Pero también es cierto que ninguno de ellos tiene la responsabilidad de tener una vida dependiendo de él. ¿No sería más lógico formar a los jóvenes en aquello que la sociedad necesita? Me parece absurdo que actualmente haya cientos de miles de puestos sin cubrir, mientras otros se están muriendo de asco con títulos universitarios y másteres, al tiempo que los del aire acondicionado, los electricistas y los de los escombros, no tienen tiempo ni de respirar.

Y encima ahora, con la Inteligencia Artificial, hay una serie de empleos que tienden a desaparecer. Los programadores informáticos lo tienen crudo con la IA. Los traductores de idiomas, de momento aguantan, pero irán a menos. ¿Trenes sin maquinista? ¿Metros sin conductor? ¿Taxis sin conductor? Y así sucesivamente.

Pero no han inventado un robot que sustituya a un obrero que te dé la escayola, te pinte o te instale el aire acondicionado.

jueves, abril 06, 2023

La Inteligencia Artificial, esa gran amenaza.

Se nos quiere convencer de que la Inteligencia Artificial (IA) es algo útil, revolucionario y simpático. Nos ofrecen imágenes manipuladas mostrando al Papa con una indumentaria impactante o a Donald Trump en las situaciones más inverosímiles. Vale. Muy gracioso, pero detrás de todo eso hay mucho más y nada hace pensar que para mejor.

Hace unas semanas un amigo mío hizo una prueba con ChatGPT. Le dijo que confeccionara un programa informático en un lenguaje determinado (COBOL) y el resultado fue sorprendente. Con unos ligeros retoques el programa era perfecto. ¿Qué conclusión debemos sacar de esta anécdota? Pues que a partir de ahora las empresas cuando necesiten hacer programas no van a necesitar a una persona, se lo pedirán a la IA. Cierto es que para eso habrá una persona, pero para programar ya no habrá diez, cien o seis mil programadores. O sea, que lo veo crudo para los técnicos porque una herramienta basada en la IA y desarrollada por unos colegas, les va a dejar sin trabajo.

También sabemos de los continuos ataques cibernéticos, tanto a políticos, como organismos de todo el mundo, incluyendo las elecciones presidenciales en EE.UU y su intento en Cataluña, en su momento. Personajes como Hilary Clinton, Angela Merkel, Macron o Pedro Sánchez, entre otros, se tiene constancia de que sus dispositivos electrónicos han sido atacados.

Ahora mismo estamos en una fase del desarrollo que podríamos llamar de pruebas. Es decir, ya se pueden establecer ciertas relaciones con desarrollos de IA y sólo cuando interesa, se desvela que cuando tú pensabas que estabas dialogando con una persona, en realidad, lo hacías contra un software muy sofisticado. Una especie de confesión y al mismo tiempo, de amenaza en el sentido de decir: “mira de lo que soy capaz”. ¿Suplantación de personalidad? Pero en palabras de una experta en la materia, en breve los seres humanos no vamos a ser capaces de distinguir el producto de una IA o la realidad.

Para un maestro como Isaac Asimov esto sería una fuente inagotable de experimentos y sugerencias para novelas de ciencia ficción. Lo podemos intentar.

Imaginemos una mezcla entre la actividad de los hackers y la IA. Imaginemos los sistemas de identificación más sofisticados, los más seguros e imaginemos las consecuencias que podrían derivarse de un ataque y suplantación de personalidad. ¿Lanzamiento de misiles nucleares?

Recuerdo en este sentido una película que ya tiene sus años: “Juegos de Guerra”. En esa película una máquina desarrollada para simular los efectos de una guerra nuclear, hace creer a los ordenadores del Pentágono que están siendo atacados por cientos de misiles, cuando en realidad se trata de un juego. ¿Se imagina alguien las consecuencias que algo así podría ocasionar con Corea del Norte, Rusia, Bielorrusia?

Hay empresas que tras la aparición de esta herramienta han decidido prescindir de docenas de trabajadores. Estas son algunas noticias aparecidas en prensa.

Microsoft ha despedido a 10.000 trabajadores de su equipo de ética.

(El Mundo)

La inteligencia artificial pone en riesgo 300 millones de puestos de trabajo en todo el mundo.

Según una investigación de Goldman Sachs, el grupo más afectado sería el de los trabajadores con estudios que realizan tareas de asesoría legal y administración

Domestika despide al 45% de la plantilla: son reemplazados por ChatGPT

Sigamos jugando a ser Asimov. Si ya se están planteando sustituir a los abogados, pronto les seguirán el resto del personal de justicia: secretarios, fiscales, jueces…Eso nos llevaría a ser acusados, juzgados y sentenciados por máquinas basadas en IA. Máquinas que han sido programadas y diseñadas por otros seres humanos que por algún extraño sortilegio y obedeciendo a causas y razones oscuras, deciden qué está bien o no. Inquietante, ¿verdad?

¿Cuánto tiempo van a tardar los departamentos de Recursos Humanos en implantar un sistema de selección de candidatos basado en la IA? ¿Cómo van a ser los CV de los candidatos, también generados a partir de la IA?

Y lo peor de todo, no sería muy difícil crear datos, con fotos, documentos, firmas, etc. que pudieran acusar a un inocente de cualquier fechoría, crimen o delito. Se crearían las pruebas de modo artificial y no habría nadie capaz de distinguir lo falso de lo auténtico. Se podrían destruir personas, organismos, naciones. Sería el caos absoluto más propio de Gran Hermano o Un Mundo Feliz y entonces, la lucha por poseer petróleo, oro y riquezas se desplazaría a la ambición de controlar esas herramientas de IA que pueden destruir virtualmente sin dañar lo físico.

Hoy sólo se las califica como fake news. Ya veremos.