Vivimos una época de futuro incierto, con
situaciones convulsas y cambiantes, y con un alto grado de inseguridad por el
presente. La incertidumbre es nuestra fiel compañera diaria y parece que no nos
la vamos a quitar de encima nunca más.
El empleo se ha convertido en un bien escaso
para muchos millones de personas que, o bien no terminan de entrar en el
mercado laboral español y deben migrar, o bien, son expulsados de él con
excesiva antelación. Aunque sería muy interesante abordar las diferencias
existentes entre España y otros países de nuestro entorno a este respecto,
resultaría demasiado prolijo y no es el objeto de este artículo. Prefiero
centrarme en la búsqueda de ese empleo perdido - del que lo tuvo - o del que
todavía no se ha llegado a estrenar.
Como todo el mundo sabe, el trabajo de un
desempleado consiste en buscar trabajo. Una tarea que le ocupará un número
determinado de horas cada día. En esto, también hay opiniones, como para todo.
Los hay que recomiendan que dicho trabajo no se convierta en una obsesión y no
ocupe más de 3 o 4 horas diarias, aunque dicha teoría resulta difícil de
inculcar a alguien que tiene responsabilidades y cargas familiares, o
simplemente, la sana costumbre de comer cada día. En el mundo conectado en el
que vivimos, se dispone de diferentes canales de búsqueda de empleo, pero todos
y cada uno de ellos, sean del tipo que sean, pasan por el currículo.
Hace unas semanas ya traté este tema
intentando diferenciar lo que debe contener un CV y cómo habría que
distinguirlo de lo que nos proporciona la Seguridad Social, el Certificado de
Vida Laboral. Hoy voy a abordar otro aspecto que también me ha suscitado
interés. Se trata del tema de la foto en
el CV.
Días atrás, en el foro de Linkedin, leí
alguna intervención en la que se mencionaba este asunto, el de la foto sí, foto
no, y cómo debía ser y de lo que de ella se puede extraer. Por ejemplo, alguien
indicaba que en el Reino Unido, no se consideraba apropiado incluir la foto en
el CV. Ciertamente, uno de los portales de empleo más usados allí, no incorpora
para nada tal opción. Sin embargo, otra persona, profesional de RRHH en España,
no solamente consideraba la foto imprescindible, sino que además daba una serie
de pautas acerca de cómo debía ser y los significados “ocultos” que se podrían
esconder detrás de una simple foto. Esto me llevó a reflexionar sobre el
asunto.
La primera cuestión que me planteo es la
siguiente: ¿De verdad en España hay profesionales trabajando en RRHH que tienen
el arrojo y la valentía de excluir a un candidato de una opción laboral por lo
que interpreta en una foto?
Yo siempre he creído que esto de las
opiniones en el arte, eran subjetivas, personales. Pero nunca se me habría
ocurrido pensar en utilizar mis criterios personales de la estética para
descartar a un candidato a un puesto de trabajo. Entre otras muchas razones
porque desconocemos el verdadero alcance de nuestra decisión y el impacto que
supone en el sujeto.
Hace algunos años, tuve la oportunidad de dar
un curso de Gestión de RRHH. El grupo, estaba constituido en un 99% por
mujeres, excepto un chico joven. La responsable del departamento, justo antes
de comenzar el curso, me llamó y mantuvimos una conversación muy ilustrativa.
- Te llamo porque tenemos un
número justo de alumnos y si nos falla alguien y a mitad de curso abandona, nos
quedamos sin la subvención.
- Vale, ¿y?
- Pues que el chico en cuestión me
parece demasiado joven para este curso…y además es gitano y no creo que le vaya
a interesar mucho el tema de RRHH.
Después de aguantar el envite racista como
pude y de contar rápido hasta 100 para escoger la mejor opción, mi respuesta
fue:
- Yo no puedo erigirme en juez del
destino de otra persona. No asumo esa responsabilidad.
El chico, no faltó ni un día a las clases.
Quien abandonó antes de terminar, fue otra persona.
Mis amigas las psicólogas - que tengo varias
y en ejercicio-, seguro que me comprenderán si digo que hay ciertos colegas
incontrolados que - en mi opinión - asumen unas responsabilidades excesivas
cuando se aventuran a descartar a algún candidato por lo que se supone que ven
en una foto. Pero lo digo sin acritud, eh?
Los médicos definen la salud como “la
ausencia de enfermedad”, así es que basándome en ese principio y centrado en el
tema de la foto del CV, yo diría que toda foto que no sea obscena, es válida.
Es cierto que vivimos en una sociedad donde
la imagen prevalece sobre el fondo de la cuestión y sinceramente, no creo que
deba ser así.
En estos días, estamos asistiendo a un
auténtico esperpento por parte del presidente de un gran país, que ha tomado
una decisión que ha levantado ampollas en el mundo. Al margen de otro tipo de
consideraciones, ajenas al ámbito natural de este artículo, son decisiones
basadas en criterios racistas, en las que al parecer, incluso algún ciudadano
español con pasaporte español y de origen Iraní, se ha visto envuelto. Discriminar
por el lugar de nacimiento, el color de la piel o la religión, no son
precisamente ejemplos a seguir.
Si no establecemos unos límites claros, puede
haber gente que se auto arrogue unas competencias que no le son propias, que se
emborrache de poder y que al final, esto de buscar trabajo con el CV, se
parezca más a un casting para hacer una película que encontrar curro en una
empresa de 9-18. A ver si ahora, las fotos las va a tener que hacer Alberto
Shommer, con el apoyo de un psicólogo profesional o de un experto en
comunicación no verbal, apoyado todo ello por un vídeo en formato flasmob
colgado en Youtube y realizado por Spielberg o Quincy Jones.
Debemos ser conscientes, sobre todo en los
tiempos que corren, que los procesos de selección de candidatos, han dejado de
ser meros mecanismos para incorporar recursos a una empresa y que ahora,
además, incorporan un nuevo factor a la fórmula final. Un factor que aunque
siempre ha estado latente, ahora cobra una especial importancia: el factor humano, como el título de la
famosa novela. El factor social.
Mucho se habla de que hay que contratar a más buenas personas antes que
poner el objetivo en buenos técnicos,
lo cual, dicho sea de paso, no son valores mutuamente excluyentes. Pero en todo
caso, sí me gustaría hacer hincapié en algunos términos como, por ejemplo, recursos
humanos y buenas personas.
De un tiempo a esta parte - y hablo de años-,
tengo la impresión de que va cundiendo una especie de dejadez - lamento herir
la susceptibilidad de algunos, pero es como lo siento - entre los departamentos
de RRHH, según la cual, se establecen una serie de criterios y parámetros
encaminados todos ellos a evitar en la medida de lo posible tener que leer los
CV de los candidatos. ¿En qué me baso? Pues en las cuestiones previas que en
infinidad de ocasiones se plantean a los candidatos, cuyas respuestas están
implícitas en el propio CV. O sea, que si quieres saber la respuesta a la
pregunta, te lees el CV y lo sabrás.
Como comprendo que leerse cientos de CV no es
una tarea especialmente atractiva, sugiero que las empresas que oferten una
posición, generen unos cuestionarios ad
hoc para cada puesto. No es complicado de hacer, es fácil de cumplimentar y
de una manera cómoda se pueden conseguir los objetivos de seleccionar a los
mejores candidatos.
Cualquier cosa es mejor que hacerlo por las
impresiones que nos causa una foto.
¿Estamos preparados para juzgar una foto de
un profesional de la India, de Pakistán o de un Malayo? ¿Estamos seguros de
que, al igual que el presidente innombrable, no vamos a caer en racismo si nos
encontramos con alguna foto de un candidato con rasgos magrebíes?
No nos volvamos locos. No retorzamos la
realidad hasta convertirla en algo difícilmente reconocible. Seamos algo más
comprensivos, algo más abiertos de mente, algo más humanos. Seamos conscientes de las implicaciones sociales y éticas que tiene nuestra tarea de seleccionar a candidatos por lo que saben
y no por la posible imagen, más o
menos desafortunada, que nos puedan ofrecer en una foto.
Demos por tanto, una oportunidad al rostro
que nos mira al otro lado de la foto y por lo menos, valoremos su CV. Es un ser humano en busca de un trabajo.
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