Esta historia del neumático ya se había convertido en una obsesión. Comenzó a dar problemas antes del viaje, así es que, era imposible que fuera un problema de las famosas meigas que ya habíamos dejado atrás hacía mucho. Aunque, si me paro a pensar en las meigas, tal vez se tratara de un último mensaje como advirtiendo “si vuelves ya sabes lo que te espera” o algo así. Tal vez por eso, los problemas comenzaron en el viaje de regreso. De lo que no había ninguna duda, era que la pérdida de presión aparecía cada vez con más rapidez. O sea, que el agujero, se hacía más y más grande, y los mensajes más y más frecuentes.
Por
eso, al día siguiente de llegar a casa, lo primero que hice fue ir a una
estación de servicio y proceder con el dichoso neumático. Al menos, intentaba
ganar tiempo. Después, llamé a mi seguro para interesarme qué estaba y qué no,
cubierto por la póliza. El pinchazo estaba cubierto, pero el montaje y
alineación, no. De todas formas, la señorita fue muy amable y me sugirió que
llamara a los de asistencia, porque a ella le pasó algo similar y los de
asistencia se lo arreglaron sin más problemas. No tenía nada que perder, así es
que los llamé.
El
hombre después de examinar la banda de rodadura comprobó que el pinchazo no
estaba ahí. O sea, que no había pisado un clavo ni nada punzante. La cosa era
mucho peor: “el pinchazo está en la parte interior del neumático, en lo que
se llama flanco. Y eso, simplemente no tiene arreglo”.
Era preciso
sustituirlo por uno nuevo. ¡Y tenía 3 meses!
Tras
el dictamen inapelable del experto, sólo tenía una alternativa: NORAUTO. Allí
es donde siempre llevo el coche para este tipo de mantenimiento. Además, fue
allí donde compré los dos delanteros, uno de los cuales tenía que volver a
sustituir.
Me
quedaba un último intento, a la desesperada, de ver si había alguna posibilidad
de una rebaja o algún tipo de garantía que hiciera que la broma me saliera
menos cara. No solamente no había ninguna garantía de ninguna clase, es que el
neumático había subido de precio desde el verano. ¡Superb! Y podía darme con un
canto en los dientes de que seguían teniendo disponible el mismo modelo, porque
de no ser así, debería haber comprado los dos, otra vez, para que ambos fuesen
iguales.
Después
de encargar el nuevo neumático y de reservar cita para su instalación no
quedaba otra más que esperar. Y mientras regresaba a casa, otra vez el mensaje
de pérdida de presión. La situación comenzaba a ser algo desesperada. Las cosas
no podían continuar así.
Repasamos
nuestros compromisos los siguientes 2 o 3 días y no teníamos previsto ningún
desplazamiento importante con el coche. Así que la decisión fue la de llamar a
los de asistencia para que cambiaran el neumático pocho y colocaran la rueda de
repuesto.
Desde
hace ya algunos años, las ruedas de repuesto de los coches no son como el
quinto neumático, es decir, exactamente igual a los otros 4. He visto ruedas de
repuesto que se parecían más a los tubulares de una bici de competición. Al
menos, en mi caso, la rueda de repuesto tiene las mismas características que el
resto. Tan sólo tiene un llamativo círculo amarillo en la llanta en el que recomiendan
no superar los 80kms/h y no usarla por encima de los 100 kilómetros. O sea,
algo temporal.
El
hombre que vino de la asistencia, además, tuvo el detalle de inflar la rueda y
poner la presión adecuada. “Muchas personas la ponen sin más, y al cabo de
un rato se encuentran con que se les ha reventado por no tener la presión
adecuada”, me aconsejó el buen hombre. Al menos, ya tenía la seguridad de
que aguantaría hasta reponer el dañado.
Como
ese tema ya estaba en marcha, abordé otro asunto que teníamos pendiente.
Al
inicio de nuestro viaje por Portugal camino de Baiona (ver aquí), tuvimos un problema en un
control de peaje. Por algún extraño motivo, no podíamos justificar en qué lugar
habíamos tomado la autopista y al llegar al control, nos soplaron 40€ como 40
soles, que se correspondían al precio del uso de la misma como si nos
hubiéramos recorrido Portugal de Sur a Norte entero. Aquel no era el momento de
discutir con la señorita del puesto, pero me quedé con el ticket.
Una
vez reinstalados en casa y puesto en marcha el procedimiento más urgente de
cambiar el neumático, quedaba intentar solucionar este malentendido.
Buscando
por internet me puse en contacto – sin demasiadas esperanzas – con el organismo
que pensaba que podría atender mi solicitud. Ellos no eran, pero fueron muy
amables y me proporcionaron el email y el teléfono de contacto. No perdía nada
por intentarlo. El “no” ya lo tenía.
Les
escribí en un aceptable portugués merced a las múltiples herramientas de
traducción disponibles. Les expliqué con todo lujo de detalles lo sucedido y
nuestra intención de abonar lo que fuera justo, pero que no sabíamos explicar
qué y cómo había sucedido. Y que, por tanto, solicitábamos oficialmente le
devolución del importe abonado, que nos parecía abusivo e injusto.
Sorprendentemente, recibí una respuesta y una buena predisposición para llegar
a un acuerdo.
Durante
los días siguientes mantuvimos una correspondencia activa, hasta que finalmente
y como medida extraordinaria, accedían a devolvernos 30€ de los 40€ que
habíamos abonado. La diferencia era el valor correspondiente al trayecto que
usamos. Itinerario que me solicitaron en uno de los correos.
Llegado
el día N (de neumático) vuelta a NORAUTO y a esperar pacientemente a que
terminaran el trabajo y sin dejar de pensar en la pasta que llevaba invertida
en neumáticos. Y eso que los traseros no los he cambiado y son los originales.
Después
de retirar el coche del taller iba camino de casa cuando de repente …” pérdida
de presión en el neumático delantero derecho”. Entonces intenté contar hasta
diez mil porque conducir alterado no es una buena decisión, pero durante todo
el camino comencé a intentar entender lo que había sucedido. ¿Habían vuelto a
colocar la rueda vieja después de pagar una nueva? ¿Era una simple equivocación
o un nuevo tipo de estafa? ¿Me habían vendido un neumático que estaba mal de
fábrica y encima era más caro que el de 3 meses antes? ¿Habían inflado el
neumático con una presión inadecuada? ¿Le habían puesto la presión correcta,
pero no habían manipulado el ordenador del coche para informar del hecho? Todas
estas cuestiones - y alguna que otra más - me acosaron mientras conducía en
dirección a mi objetivo, que era llegar a una estación de servicio.
Al
llegar comprobé que la presión que le habían metido tal vez fuera la idónea
para un autobús de 50 plazas, pero nada tenía que ver con la que recomienda la
SEAT para el vehículo. Ya puestos, lógicamente, revisé los cuatro.
Desde
entonces, no he vuelto a ver el maldito mensaje.
Ah,
y hace unos días he recibido una transferencia por valor de 30€. Eran los de
autopistas de Portugal devolviendo el dinero que admitieron iban a devolver.
¡Gente fantástica los portugueses!
Y
colorín colorado, esta pesadilla del neumático chungo, se ha terminado.
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