Hace ya bastantes años, el ex juez Baltasar Garzón declaró que (sic) “La Justicia, debe acompasar su paso a la política”.
Esto en roman paladino, o para
que se entienda bien – que viene a ser la traducción libre – lo que quiere
decir es que para Baltasar Garzón y todos los de su cuerda ideológica, la
separación de poderes de una democracia no debería existir. Eso de que haya
unos señores con toga llevándoles la contraria – en ocasiones - ¡A ELLOS! que han
sido elegidos en las urnas, es de todo punto inadmisible.
Partiendo de esta premisa se
entiende mucho mejor la razón por la que el antes juez, fue apartado de la
carrera judicial, cuando traicionó el sacrosanto principio de la
confidencialidad entre abogado y cliente, y mandó grabar las conversaciones de
unos ciudadanos (del PP) con sus abogados, para así disponer de munición contra
ellos.
Con este planteamiento, que
empapó a todos los estamentos de la sociedad, desde los altos mandos
policiales, hasta la Audiencia Nacional, se comprende mejor todo lo que nos ha
deparado la historia. Porque, esa perniciosa manera de pensar ha perdurado en
el tiempo y es la base de actuación de Pedro Sánchez. Para ello haré referencia
a dos posts míos:
Marzo de 2021: ver AQUÍ
Septiembre de 2021: ver AQUÍ
El acoso sistemático a la
Justicia con el único fin de poder consagrar ese principio de Baltasar Garzón,
no ha decaído jamás. Así, Pedro Sánchez nombró a su hasta entonces ministra de
Justicia, fiscal general del Estado a Dolores Delgado, una decisión inaudita en
ningún país serio de nuestro entorno. Y, además, el propio Sánchez, se ufanaba
de que dicha figura institucional, estuviera al servicio de SUS intereses, proclamando
aquella famosa frase: “¿De quién depende la fiscalía? Pues eso”
La persistencia, finalmente, dio
sus frutos cuando consiguió un puesto clave al obtener que Conde-Pumpido
terminase presidiendo el TC, junto con sus lacayos. Por el momento, y a pesar
de las múltiples andanadas que ha lanzado, el CGPJ, sobrevive. Ya veremos por
cuánto tiempo.
Pero en esta sempiterna lucha
contra la independencia judicial, también están embarcados los ministros de
turno, que para eso su único papel reconocido es aclamar al césar, a su líder,
y poco más, salvo saltar a la palestra cuando éste hace restallar el látigo y
hay que salir a ladrar. El último ejemplo, el de la ministra portavoz del
gobierno, la misma que ha sido castigada en varias ocasiones por realizar
comentarios inapropiados sobre la oposición o arengas en favor del PSOE, desde
la tribuna del Gobierno y en período electoral.
“No debo emitir
opiniones políticas sobre decisiones judiciales”, señaló Rodríguez desde La
Moncloa, pero están los “hechos” para ser analizados. Entonces, recordó que
este caso “lleva instruyéndose cuatro años” y la decisión la ha tomado el juez
cuando “hay otros operadores jurídicos con criterios distintos”, como es el
caso de la Fiscalía. ([1])
Es palmario que desde este
gobierno se continúa pensando en la teoría de Garzón, y que todo juez debe
estar sometido a la discrecionalidad del gobierno, sobre todo, si este gobierno
es de izquierdas.
O sea, el mismo funcionamiento
que existe en países como Cuba, Venezuela o Rusia.
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