Hace un par de días y de la manera más inocente comprobé que en cuanto pronuncias la palabra clave “FRANCO”, hay ciertos cerebros que reaccionan y se transmutan a “modo bélico= on”. Y todo ello por un comentario que hice en relación a una foto, que ni siquiera era de Franco.
La foto, publicada en Facebook,
era una vista aérea de lo que se conocía como el Parque Sindical, la piscina.
Una piscina enorme en la que las personas apenas llegaban a adivinarse como
puntitos diseminados por el agua. Creo recordar que, en alguna muy lejana ocasión,
me llevaron allí y aún tengo metido en mis pituitarias el olor del cloro y
quién sabe de si de algo más.
El caso es que al ver la foto no
pude evitar construir una idea, que se sustancia básicamente en que Franco
podría ser muchas cosas, pero al obrero le daba ocio y vivienda. En tiempos de
Franco, en los del desarrollismo industrial, más allá de la posguerra y tras la
firma del tratado con EEUU, España salía del hoyo. En esa España, los obreros
tenían trabajo, prosperaban, se compraban coches, un apartamento modesto en la
playa, sus hijos podían ir a la Universidad, etc.
Como es lógico, aquellos que se
dedicaba a atentar contra Franco, la policía, que estaban metidos en sindicatos
entonces ilegales, etc., pues a esos las cosas les iban peor.
Volviendo al tema de la foto de
la piscina, se me ocurrió comentar algo así: “Hay que ver con lo canalla que
era Franco y los obreros tenían piscina y casa para vivir”. Hoy el obrero, bajo
un supuesto gobierno progresista de izquierdas, o no tiene empleo, o si lo
tiene está mal pagado y no llega a fin de mes, y le cuesta un gran esfuerzo poder
hacer frente a los compromisos con la vivienda, la comida, la ropa, los
colegios, la gasolina, etc. etc. etc.
Reconozco que, en muchas
ocasiones, la reflexión sobre la que trabajo debo condensarla en unas pocas
palabras, al tiempo que la idea no puede perder su esencia, todo lo cual, en
ocasiones, la manera de expresar esas ideas puede convertirse en algo crípticas
y, por tanto, difíciles de entender para un público no iniciado. Público no
iniciado en criptografía o deseoso de saltar como un jaguar al cuello de todo
aquel que se atreva a resaltar algún aspecto del que ellos consideran “El padre
de Satán”. Y así me ocurrió a mí.
A raíz de ese inocente comentario
sobre Franco y el Parque Sindical, a alguien se le debieron de activar sus
neuronas en modo ataque y de repente empezó a recordar los paseíllos que se
daban antes, durante y tras la guerra civil, a los que iban a ser fusilados. Paseíllos
y “sacas”, es decir, personas que estando encarceladas eran sacadas de la
prisión para ser fusilados en las tapias de los cementerios o en mitad del
campo, práctica esta llevada a cabo por ambos bandos, no sólo por los de
Franco. En cualquier caso, nada tenía que ver este comentario, muy anterior al
tiempo de la foto, con la foto en sí y mi intervención. El objetivo era
desautorizar cualquier comentario positivo que nadie pudiera emitir, al tiempo
que se repetía como un mantra todos aquellos pecados que el general cometió a
ojos de sus enemigos.
La cosa, por momentos, se puso
algo caliente cuando uno de esos de los que estaban ansiosos por escupir espuma
por la boca contra Franco, llegó a acusarme de defenderlo, o sea, de fascista.
Y para darle más prestancia a su intervención, usó el plural, como si yo
perteneciera a algún tipo de club masónico, secreto y manipulador, cuyo
objetivo podría ser la rehabilitación de la imagen pública del general gallego.
En fin, un absurdo.
Pero lo más interesante de todo
este asunto, aparte los ofendiditos que no pueden escuchar que se diga algo
positivo de Franco, se produce precisamente 83 años después del final de la
Guerra Civil, tras convertir a la momia de Franco en un espectáculo televisivo,
continuar con los restos de Queipo de Llano y el próximo es Primo de Rivera.
Es decir, todos ellos forman
parte de la historia de España, de un momento especialmente doloroso, pero en
el que nadie es completamente inocente. Lo llamativo consiste en que, tras
todos estos años, todavía hay personas que de una manera sibilina pretenden
convencer a todos que ellos estaban entonces y lo están ahora, en posesión de
la verdad, que todo lo que hicieron estaba perfectamente justificado y que, por
tanto, son aquellos que se opusieron violentamente, los que deben ser
castigados.
Y estos planteamientos,
anticuados, falsos y rezumando odio y venganza, se expresan con entera libertad
en una red social. Red social, que no está al alcance de ninguno de los
verdaderos protagonistas, aquellos que vivieron esta guerra en primera persona,
en primera línea, por la sencilla razón de que su edad y las nuevas tecnologías,
son mutuamente excluyentes. Entonces, ¿quiénes son los que así responden?
¿Quiénes son los que en su mayoría se esconden tras nombres ficticios o falsos
para seguir atacando a un fantasma y unas ideas que nadie sigue? ¿Quiénes son
esos que tienen tanto interés en que se recuerde sólo una parte de la historia
y no toda la historia?
Recuerdo que a uno de esos
comentarios – no los he leído todos – tuve que volver a centrarle en el
verdadero asunto que me impulsó a comentar esa foto del Parque Sindical: Ese comentario
no tiene el objetivo de ensalzar a Franco, ni de defenderlo, ni de decir que
Franco era malo y Largo Caballero un santo. Me resbala esa estúpida y maniquea
discusión.
Mi comentario a esa foto es un
ataque al actual gobierno comunista, que se ve incapaz de solventar el problema
de la vivienda en España y tan solo se le ocurre, promover, auspiciar y
salvaguardar los intereses de los okupas, por encima del de los propietarios.
Es decir, por expresarlo aún más sencillo: Franco construía casas para los obreros ¿por
qué no hace lo mismo este gobierno comunista?
Bien, pues este planteamiento,
que como se ve, resulta complicado constreñir en pocas palabras y que además se
entienda, ha sido el origen de un intenso debate, en donde han brillado pocas
ideas originales, pocos datos contrastados y sí muchas opiniones basadas no en
los libros que los participantes hayan podido leer – ¿Hugh Thomas, Paul
Preston, Javier Rodrigo, Ángeles Egido? yo creo que ninguno – sino más bien en
la perpetuación de los mismos calificativos y obsesiones que se transmiten de
generación en generación, siguiendo el viejo principio de Goebbels: “repite una
mentira mil veces y todos lo acabarán creyendo”.
No creo que haya tanta gente
interesada en este asunto y que, además, haya tenido una participación activa
en la guerra. Me inclino a pensar que he estado debatiendo con una serie de
robots guiados por Inteligencia Artificial, especialmente diseñados para dar la
batalla en este asunto.
Pero al gobierno comunista que tenemos le interesa y mucho mantener el fantasma de Franco, de José Antonio, De Queipo de Llano, de Mola, desenterrar ese odio, el deseo insatisfecho de venganza, la humillación del enemigo, y de ahí todo lo relacionado con este tema de la Guerra Civil y en general con todo lo que representa a su gran enemigo conceptual: EL CAPITAL. Pero eso es harina de otro costal.
1 comentario:
Excelente planteamiento. No es posible que tantos odiadores jóvenes, que en teoría son la mayoría de las redes, se ofendan por algo que no conocen y que ni siquiera de lo que se han informado , de acuerdo con sus comentarios
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