Aunque era niño, recuerdo perfectamente que en los telediarios de la época (1963), aparecía un día sí y otro también el llamado "Caso Profumo".
Profumo, era el nombre del Ministro de Guerra británico, que por esas cosas que tiene la vida de los políticos, compartía prostituta con el agregado naval ruso, Ivanov. Que a un hombre casado le sorprendan en semejante situación, resulta siempre llamativo, pero si además eres político y ministro de un gobierno conservador del Reino Unido, más; y si añadimos a todo esto, que te estás acostando con la misma con la que se cepilla un ruso, que a su vez es considerado como espía, pues ni te cuento la que se monta. Así es que, era lógico que abriera todos los telediarios de la época, sobre todo en un país como España, tan beato, tan meapilas y tan anti-anglófilo.
Fue tan sonado el escándalo, que una desconocida artista de la época, que pasó como tantos otros sin pena ni gloria por este planeta del arte, se decidió a pintar un cuadro, cuyo único valor a mi entender, estriba en la oportunidad del momento, sin más peso artístico. Sin embargo, hay veces en las que el valor de un objeto, viene dado más, precisamente, por ese don de la oportunidad, como una fotografía de un momento único, antes que por el valor artístico en sí. Pues bien, ese cuadro, del que se sabe que existe por una foto en la que aparece la artista junto a él, permanece desaparecido desde entonces, mientras que el resto de su obra, se expone estos días en Wolverhampton.
Al hilo de esta historia de políticos, prostitutas de alto standing y espías, me vienen a la memoria otras historias, también de espías, también de ingleses y también con la antigua Unión Soviética de por medio. Me refiero a los conocidos como "La Banda de los Cinco" (que poco tienen que ver con los héroes de ficción de la escritora Enyd Blyton), o también "La Banda de Kim Philby".
La vida de este británico, Philby, nacido en la India y de familia "con posibles", es digna de llevarse al cine. Durante 30 años, desde sus comienzos como estudiante en la selecta Universidad de Cambridge, hasta su exilio voluntario en la antigua URSS, sirvió como agente doble, tanto al servicio de los británicos como de la URSS. Ni su familia, ni sus amigos, ni sus jefes, ni los expertos interrogadores de los servicios secretos, descubrieron jamás su doble juego.
El daño que hicieron al Reino Unido y a Occidente, en general, nunca lo sabremos a ciencia cierta, pero sí hay que resaltar su extraordinaria habilidad e inteligencia para mantener su doble vida tanto tiempo y engañando a todos.
Y lo malo para los británicos, seguramente fue que no fueron los únicos. Por aquella época de la Guerra Fría, los principales enemigos de los ingleses, estaban dentro de casa.
Espero que algún día, alguien haga una peli de esa gente. Seguro que no me la pierdo.
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