viernes, mayo 31, 2013

Porqué no hay mujeres pilotando un F-1 (mensaje asquerosamente machista)

(cariño, esto no va por tí)

El hombre, después de colocar las bolsas del súper en el maletero de su coche, se sienta en el asiento del conductor, saca el vehículo de su plaza de garaje y se dirige a la salida. Al llegar a la barrera, saca de su bolsillo de la camisa el ticket del parking, y una vez que se levanta la barrera, sale a la calle.

Tiempo de "pit stop" : 3,4 segundos.

La señora, coloca las bolsas en el maletero y cierra el mismo. Cuando se sienta en el asiento del conductor, echa de menos las llaves. Coge el bolso, busca en la infinitud de sus espacios y recovecos de manera infructuosa. Hasta que empieza a pensar que las llaves, pueden estar en el maletero. Se quita entonces el cinturón de seguridad que ya se había abrochado y se baja. Afortunadamente, su vehículo tiene la posibilidad de abrir el maletero sin necesidad de llave. Lo abre. Busca las llaves. Mientras tanto, un señor que estaba esperando para aparcar su coche, le pita y le pregunta por señas si va a salir. No. Pues no le queda. Justo cuando empieza el ataque de nervios, descubre un brillo en la bolsa donde están los huevos. Ahí estaban las llaves. Por algún extraño sortilegio, se habían caído. Recupera las llaves, se sienta donde el conductor, se pone el cinturón de seguridad y se dispone a salir de su plaza, camino de la salida.

Una vez sentada frente al volante, pone las llaves en el interruptor. Busca sus gafas de sol. Se mira al espejo. No las tiene puestas. Mira en la bandeja portaobjetos del coche. No están. Se echa las manos a la cara, para ayudar a pensar "dónde se han podido meter las gafas", como si tuvieran vida propia. En el momento de ponerse las manos en las mejillas, tocando las orejas, descubre que las gafas de sol las tiene encima de la cabeza. Se las coloca. Saca el coche y se dirige a la salida.

Llega a la barrera. Busca el ticket del parking. Tampoco lo encuentra. No está en la bandeja portaobjetos. Coge el bolso. Intenta encontrar la cartera. Le suena el móvil y lo coge. Es su hijo pequeño preguntando si va a tardar mucho. Que no, que mamá llega enseguida. Encuentra la cartera mientras al mismo tiempo, intenta mantener una conversación con un niño de 3 años al teléfono y los de atrás esperan a que la señora salga y de paso, puedan salir todos. Se oye el primer claxon del impaciente de turno que no comprende las vicisitudes de una madre. En la cartera, tampoco está el ticket. De pronto, se da cuenta de que lo tiene en el bolsillo del pantalón. Espera que siga siendo válido a pesar de que parece que lo ha pisoteado una manada de búfalos africanos.

Cuando intenta introducir el ticket, se percata de que ha dejado el coche demasiado lejos y no llega. Cuelga el móvil y deja a su hijo con una tremenda congoja. Echa el freno de mano. Se desabrocha el cinturón de seguridad. El número de bocinas sonando estremece al edificio entero, pero ella, permanece imperturbable. Entonces, se da cuenta que incluso así, no llega. Tiene que bajarse del coche. Intenta abrir la puerta, pero no tiene la suficiente distancia y golpea a la propia barrera. Se empiezan a oír los primeros improperios. Afortunadamente, su talla 38, le sirve para algo más que para ser odiada por sus más íntimas amigas y consigue sacar el cuerpo por el estrecho margen que hay entre la puerta del todoterreno 4X4 y la barrera. 

Por algún extraño motivo, el lector de los tickets, - probablemente por aburrimiento - reconoce la banda magnética y levanta la barrera. Se oyen los primeros aplausos junto con los insultos más feroces de quienes están tan atrás, que no han visto las novedades. Consigue volver a pasar por el minúsculo espacio por el que salió previamente. Se coloca el cinturón. Vuelve a buscar las gafas de sol. Ya las tiene puestas. Da al motor de arranque y aquello suena como una carraca de feria porque ya estaba encendido. Aprieta el acelerador y el coche no se mueve. Quita el freno de mano. Consigue salir del parking.

Tiempo "pit stop" : 2 días y medio.

Así, es imposible que haya mujeres piloto de un F-1. Durante la carrera, al llegar al pit stop para cambiar neumáticos, se ahuecarían el pelo aplastado por el casco, se retocarían el maquillaje y de paso, charlarían con las otras piloto de las otras escuderías, intercambiando impresiones y apostando quién sería la que fuera a ganar y criticando el modelo de mono que llevaba aquella y la otra.

La F-1, es cosa de machos, de testosterona, de adrenalina. Las tías buenas, están para sostener los carteles con los números de los coches, al tiempo que ponen cara de bobitas,  y para ser las parejas de los pilotos.



 
                                                                                                               
                                                                                                                                                                                                                         

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